viernes, abril 25, 2008

Contendiendo por la Fe

Contendiendo Por la Fe
Dave Hunt
Tomado del libro: Mas Allá de la Seducción

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. (Judas v .3)

Con los muchos recursos del mundo moderno a nuestro alcance, nos es muy fácil contentarnos con poner en marcha un programa de la televisión cristiana o con hojear una revista o un libro cristiano para consultar las opiniones de expertos en lugar de reflexionar cuidadosamente las cuestiones por nosotros mismos. El cristianismo nunca tuvo la intención de devenir una secta en la que se siga ciegamente al guía. Es responsabilidad y privilegio del cristiano individual sumergirse en la Palabra de Dios, estudiarla diligentemente, meditar acera de ella, y vivir por ella. La vida cristiana es una entrega de veinticuatro horas diarias y de siete días a la semana, no un juego que jugar parte del tiempo. No es un club al que unirse y que tenga sus rutinas en ciertas horas de días especiales en unas propiedades designadas y exentas de impuestos para que aquellos que asiste de manera constante (o incluso esporádica) puedan sentir la satisfacción de haber cumplido con su deber y luego volver a vivir la vida en el mundo real.

Un depósito sagrado

Nunca fue la intención de Dios que un cuerpo de especialistas de élite fuesen los únicos propietarios de la verdad bíblica, sino que cada cristiano conociese por sí mismo lo que cree y por qué lo cree, sobre la base de sus estudio personal de la Palabra de Dios. «La Biblia,» ha dicho con razón Carl F. Henry, «ha de llegar a ser la lectura prioritaria para nosotros y para esta generación»
[1]. La fe es una cuestión individual. Y no han de ser los pastores, evangelistas o teólogos los únicos «defensores de la fe»; esta es la solemne responsabilidad de cada creyente.

Es la Palabra de Dios la que ministra una verdadera fe a nuestros corazones: «la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Rom. 10:17). Esta Palabra que Dios ha hablado al hombre, que no osaríamos descubrir ni malinterpretar, comprende la fe que todos han de creer a fin de conocer a Dios y de ser salvados de su juicio sobre los pecadores.

Los «santos» a los que ha sido dada esta fe para que la guarden y diseminen no son una clase especial que haya recibid este honroso título por voto oficial después que hayan muerto. Las epístolas Nuevo Testamento fueron escritas a los santos que entonces vivían en Roma, Corinto, Efeso, y también a nosotros en la actualidad, porque «llamados a ser santos» es la designación de cada cristiano (Rom. 1:7; 1 Cor. 1:2; Efes. 1:1, etc.). Nosotros, por tanto, hemos de vivir vidas santificadas, consagradas totalmente a Dios. Como nos lo recuerda J.I. Packer: “La santidad esta ordenada: Dios la quiere, Cristo la demanda, las Escrituras la prescriben. Hay un huracán de textos y una andanada de argumentos teológicos dispuestos a demostrar este punto”
[2]. Y se nos ha dado a cada uno de nosotros, como santos, el sagrado depósito de defender la fe no solo del ataque de los de fuera de la Iglesia, sino también de la más peligrosa subversión de los que están dentro (Hech. 20:28-32; Apoc. 2:12-29; 2 Ped. 2:1-3).

Al cuestión fundamental

Todos los cristianos estarían de acuerdo en la importancia suprema que se le da la fe. La Biblia nos asegura que somos «salvos por la fe» (Efes. 2:8) y que el justo «por la fe vivirá» (Rom. 1:17), y nos recuerda que «sin fe es imposible agradar a Dios» (Heb. 11:6). Finalmente, se nos manda que tomemos «el escudo de la fe», la defensa esencial del cristiano contra todas las armas del enemigo de su alma (Efes. 6:16). Evidentemente, para el cristianismo bíblico es esencial tener una visión correcta de qué es la fe. Por consiguiente, errar o confundirse en el área de la fe es algo muy grave.

De modo que es comprensible que en sus planes para seducir a la raza humana, Satanás haga de la fe el objetivo primordial de su ataque, intentando destruirla o al menos desacreditarla en las mentes de algunas personas, o, como el Sumo Engañador que es, adormilar a otros en una falsa seguridad, o que es ciertamente un engaño mortífero. Desafortunadamente, mucha de la actual enseñanza acerca de la fe que se da en la Iglesia ha venido a facilitar las cosas a Satanás. A menudo aquellos que ponen el énfasis sobre la fe parecen ser los menos bíblicos, y tuercen las Escrituras para que concuerden con sus ideas peculiares. El resultado de esto es que muchos cristianos están tan confundidos acerca de la fe que son incapaces tanto de ayudar a los buscadores sinceros como de refutar a los críticos.

Uno de los errores más básicos que se acepta no sólo en el mundo sino también dentro de la Iglesia es que la fe es una especie de fuerza. Un autor de gran difusión y maestro bíblico muy popular declara: «La Palabra de Dios en tu boca produce una fuerza llamada “fe”… genera una fuerza espiritual llamada fe.»
[3] Muchos cristianos que buscan el poder de Dios para bendecirles no dejan que su Palabra les corrija y se preocupan poco de la pureza doctrinal. Chuck Swindoll se lamenta de que «La sustancia –el contenido bíblico que ha resistido el paso del tiempo – esta más y más brillando por su ausencia.»[4]

La idea de una fuerza impersonal es atrayente porque la podemos emplear para nuestros propios fines; pero el Dios personal de la Biblia quiere usarnos a nosotros: para nuestro bien y para su gloria. La primera gracia interior que produce la fe genuina es la obediencia, la sumisión al señorío de Cristo, y no una obsesión con el poder. David Wilkerson nos advierte: «¡Cristo es hecho un extraño en medio de nosotros, cuando queremos su poder más que su pureza!»
[5] Uno de los más populares “maestros de la fe” pervierte la Gran Comisión de Cristo de ir y, bajo su autoridad, enseñar a todos los que crean «que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mat. 28:18-20) parafraseándolo de manera que diga: «Jesús dijo: “Todo poder me ha sido dado: por tanto, tomadlo y empleadlo.”»[6] Este “maestro de la fe” que dice que “la fe es vuestra sierva” también dice que la fe es “una fuerza como la gravedad”[7] que podemos usar porque somos “parte de Dios” y tenemos todas sus “capacidades”[8]. Para reprender este error, Tozer escribió:

Si solo creemos con suficiente intensidad, lo conseguiremos de alguna manera. Esa es a letra de la popular canción. Lo que creas o es importante. Solamente cree.
Subyaciente a esto está la idea nebulosa de que la fe es un poder omnipotente flotando por el universo y que cualquiera puede conectarse a voluntad. Cuando entra la fe, salen el pesimismo, el temor, la derrota y el fracaso; entran el optimismo, la confianza, el dominio personal y un éxito infalible en la guerra, el amor, los deportes, los negocios y la política.
Lo que pasa por alto en todo esto es que la fe es buena sólo cuando comprende la verdad…
[9]

El punto central es la verdad: qué y en quién uno cree determina si la fe ha sido mal dirigida o no. “Vivir una vida de fe implica el no saber nunca a donde vas a ser llevado –dijo Oswald Chambers. Pero significa, además, amar y conocer a Aquel que está guiándote.”
[10] La verdadera fe reposa en el amor y el cuidado de Dios, y nos alivia de toda carga y produce «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento» (Fil. 4:7). La falsificación secular de la fe recibe el nombre de «actitud mental positiva». La influencia del movimiento de AMP y de motivación al éxito ha sido potenciada con libros que han sido éxitos de librería como The Power of Positive Thinking [11](Norman Vincent Pale, Facwcett Crest, 1983), The Magic of Believing[12] (Claude Bristol, Prentice-Hall, 1948), Success Through a Posiive Mental Attitude[13] (Napoleón Hill y W. Clamen Stone, Prentice-Hall, 1960), y una multitud de otros libros del mismo género. Desafortunadamente, esta seductora mezcla de verdades y errores ha invadido la Iglesia, y la fe ha sido confundida con una actitud mental positiva. Tomemos por ejemplo los «12 Principios Mágicos» de Norman Vincent Pale:

Cuando venga un pensamiento negativo, practica su cancelación con un pensamiento y afirmación positivas.
Practica grandes afirmaciones: «La vida es buena.» «Creo.» «La gente es maravillosa.» «Dios me ama.» Afirmaciones como estas te elevan a un área de poder infinito.
[14]

En esta clase de razonamiento la verdad no es un factor. Todos, tanto santos como pecadores, paganos o cristianos, sin distinción de creencias religiosas, son apremiados a «afirmar y meditar acerca de ti origen divino. Di a ti mismo… “soy hijo de Dios”»
[15] en lugar de basarse en la verdad de la Palabra de Dios y de la realidad objetiva, la “magia” de Peale parece querer crear aquello que se afirma. La enseñanza de que la ferviente creencia o afirmación de que algo sucederá hace que suceda (o que no suceda) ha conducido a muchas personas a confundir el poder metafísico de la mente con la fe. Y desde luego esto es lo que Peale dice claramente: «El pensamiento positivo es sencillamente otro nombre para la fe»[16]. No es sorprendente que Charles Colson condene «el abaratado evangelio actual que nos asegura que nuestra actitud mental puede introducir significado y orden» y lo compare con la herejía de los «gnósticos del primer siglo».[17]

Una fe que mueve montañas

Muchos cristianos sinceros se imaginan que la fe es creer que aquello que piden en oración sucederá. Esto no es fe, sino presunción. Si lo que pedimos en oración acontece porque hemos creído que sucedería, entonces e realidad Dios no ha tenido parte verdadera alguna en la respuesta a nuestra oración, sino que hemos producido los resultados por el poder de nuestra propia creencia. Hay una inmensa diferencia entre creer que aquello que pido en oración sucederá porque creo que sucederá y creer que Dios lo hará suceder como respuesta a mi fe en El. El reconocimiento de esta diferencia es de crucial importancia si vamos a comprender qué quería decir Jesús cuando declaró:

Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marcos 11:22-24).

Muchos cristianos concluyen erróneamente que la fe es un poder que capacita a aquellos que lo poseen a mover montañas con solo ordenarlo y a conseguir cualquier deseo sencillamente por medio de una confesión positiva. Que esto no es así debería quedar claro en base del hecho de que Cristo introduce toda esta declaración con estas palabras: «Tened fe en Dios». En lugar de tratarse de un poder que nosotros dirigimos, la fe es confianza en Dios y en lo que El hará. El elemento clave en la fe es conocer la voluntad de Dios. Desde luego, nadie querría llevar a cabo por medio del poder de la fe nada contrario a la voluntad de Dios, aunque fuese posible. Ni daría Dios fe a nadie para creer lo que es contrario a su voluntad. El intentar creer lo que o estamos seguros que sea su voluntad sería una presunción. Evidentemente, no puedo tener fe en Dios para mandar en su nombre a una montaña que se mueva de sitio, excepto si sé cuando y a dónde es la voluntad de Dos moverla, y que yo soy su instrumento escogido para ello. Tampoco puedo creer que recibiré aquello por lo cual oro excepto si sé que es la voluntad de Dios y que estoy en una relación de pureza y obediencia que le permitirá bendecirme de esta manera (1 Jn. 3:22; 5:14, 15). Dave Wilkerson escribe: «La iglesia antes confesaba sus pecados, ahora confiesa sus derechos»
[18]. Totalmente de acuerdo con esta reprensión. Charles Colson añade:

Un popular devocionario cita el Salmo 65:9: “El río de Dios esta lleno de aguas”, y lo parafrasea así: “Lleno mi mente hasta rebosar con pensamientos de prosperidad y éxito. Afirmo que Dios es mi fuente y Dios es ilimitado.”
Esta es solo una adaptación religiosa de la perspectiva del evangelio de nuestra cultura (se el número uno, el ganador se lo lleva todo, Dios ayuda a los que se ayudan); es una herejía.
[19]

La fe y los medios cristianos de comunicación

El mortífero error de que la fe es una fuerza que explotar y emplear está ampliamente diseminado no solo en los medios de comunicación seculares, como la serie de películas de Guerra de las Galaxias, sino, sorprendentemente en la radio y televisión y en libros y revistas de línea cristiana. En toda consideración acerca de cómo la Iglesia puede volver a un cristianismo bíblico, se ha de hacer frente al enorme potencial de los medios cristianos de comunicación, bien para ayudar en este proceso de corrección, bien para acelerar en la diseminación de la herejía.

La televisión es la rama más poderosa de los medios de comunicación. Por ello, es alarmante observar que la mayor parte de los medios cristianos de comunicación, en lugar de estar bajo la dirección de un grupo representativo de líderes eclesiales, están controlados por un puñado de individuos. Y ellos tienen una total autoridad sobre este medio sin precedentes para diseminar bien la verdad, bien la apostasía, y están aislados de toda corrección procedente del cuerpo de Cristo. Los que querrán confrontar las posturas de estos líderes son por lo general excluidos de las redes y emisoras. (Con esto no se quiere negar que haya también excelente programación en la televisión cristiana, con un sólido contenido bíblico que alienta a los televidentes, que impulsa a la verdadera adoración y que anima a los cristianos a andar más de cerca con Dios.) Naturalmente, es responsabilidad de cada televidente individual – o del lector de libros como este – discernir por sí mismos que es de Dios y conforme a su Palabra, y qué no es de Dios.

Con independencia de cuanto o cuan poco tiempo pase el televidente medio mirando la televisión cristiana, ahí esta el potencial para influir sobre el cuerpo de Cristo de una manera mucho más poderosa que cualquier otro medio de comunicación. Esta es la única «iglesia» a la que asisten muchas personas, y para los que sí frecuentan un centro local de comunión, el pastor y los ancianos difícilmente pueden competir con el espectáculo de la televisión o corregir en un sermón de treinta minutos e un domingo las falsas enseñanzas que se están absorbiendo durante horas a diario. En menor grado, pero todavía significativo, la radio, los libros, las revistas y las películas de línea cristiana contribuyen a este grave problema. Si la iglesia cristiana como un todo ha de regresar al cristianismo bíblico, este regreso deberá tener lugar tanto dentro de los medios cristianos de comunicación como en las congregaciones locales.

La televisión cristiana y la carismanía

La mayoría de los televidentes no son conscientes de que la Confesión Positiva y la enseñanza del Rhema, que dominan tanto en la televisión cristiana, bien lejos de ser representativos del cristianismo bíblico, no son aceptadas por ninguna denominación principal. Además, esta falsa enseñanza ha sido también rechazada por las principales denominaciones pentecostales (como las Asambleas de Dios)
[20]. La fe es desde luego predicada, pero casi siempre como un poder para conseguir salud, riqueza y bendición personal. La fe que tiene un contenido moral – que demanda santidad y obediencia y que produce paz y gozo – es demasiadas veces descuidada. Y aunque la Palabra es enfatizada, también es a menudo retorcida y maltratada por aquellos que pretenden ser sus principales proponentes.

La enseñanza carismática extremista que domina en la mayor parte de la televisión cristiana no debería ser confundida con el pentecostalismo de la línea antigua, que generalmente se opone a ella. En su excelente tesis para obtener el grado de maestría en la Universidad Oral Roberts, Daniel Ray McConell explicaba el meollo del problema:

Uno busca en vano la llamada «teología carismática». Sencillamente, no existe (ni jamás ha existido). Se ha cortado el cordón umbilical con la Madre iglesia y el bebé carismático esta yendo de acá para allá, buscando en lugares extraños y peligrosos y de algunos individuos bastante peculiares el sostenimiento doctrinal necesario para su propia supervivencia. Innecesario es decir que el proceso de destete podría ser verdaderamente peligroso
[21].

Cuando las exóticas enseñanzas y prácticas de lo que Chuck Smith ha dado en Lamar «Carismanía»
[22] dominan las ondas, la situación se vuelve extremadamente peligrosa para toda la iglesia. Mucha de la televisión cristiana sigue derramando a diario un diluvio de enseñanza que la mayoría de los líderes eclesiales consideran que está en un serio error. Las protestas de preocupados pastores y televidentes no han dado lugar a ningún cambio. Y reina la confusión en el cuerpo de Cristo a nivel mundial. Se trata de una cuestión tan importante que exige una cuidados consideración de las principales herejías involucradas. Para ello, será necesario examinar unas enseñanzas específicas de los que pretenden adherirse tanto a la Biblia que se llaman a sí mismos maestros de la «Palabra». El propósito de esta breve pero necesaria digresión que quiere documentar estos errores es el de potenciar nuestra consideración del cristianismo bíblico, que destacará una forma mucho más delineada en contraste con las erróneas interpretaciones de las Escrituras que predominan en el movimiento de la Confesión Positiva.

La «confesión positiva de la Palabra de Dios»

El segmento del cristianismo de crecimiento más rápido en los últimos años ha tenido lugar entre las iglesias relacionadas con el movimiento de la Confesión Positiva o el Movimiento de Fe. No constituye todavía una nueva denominación, pero desde luego representa enseñanzas innovadoras fuera de la corriente central del cristianismo. McConell señala que «cualquier nuevo movimiento religioso [dentro del protestantismo] ha de soportar el escrutinio en base de dos criterios: la fidelidad bíblica y la ortodoxia histórica»
[23]. Lamentablemente, el movimiento de la Confesión Positiva falla en ambos criterios. Las raíces históricas de este movimiento (designados por Charles Farah como «Teología de la Fórmula de la Fe»[24]) arrancan del ocultismo y más recientemente en el Nuevo Pensamiento y su brote, las sectas de la Ciencia de la Mente. Su base bíblica se encuentra solo en las peculiares interpretaciones de sus propios líderes, o en la teología cristiana generalmente aceptada. Sus creencias básicas se pueden resumir de forma breve tal como sigue:

La fe es una fuerza que tanto Dios como el hombre pueden usar. «La fe es una fuerza como la electricidad o la gravedad»
[25] y es la sustancia de la que Dios crea todo lo que existe[26]. Dios usa la fe, y el mismo modo nosotros podemos, exactamente de la misma manera producir los mismos resultados obedeciendo las mismas «leyes de la fe»[27] que Dios aplicó en la creación. «Tú tienes la misma capacidad [que Dios] morando o residiendo en tu interior.»[28] «Tenemos todas las capacidades de Dios. Tenemos su fe.»[29]
La fuerza de la fe se libera pronunciando palabras. «Las palabras son la cosa más poderosa del universo»[30] porque son que «transportan fe o temor y producen conforme a su naturaleza».[31] Dios opera por medio de estas mismas leyes. «Dios tenía fe en sus propias palabras… Dios tenía fe en su fe, porque El pronunció palabras de fe y se cumplieron.»[32] «Esta fuerza de fe fue transportada por palabras…»[33] «…la fe como la de Dios… es liberada por las palabras de tu boca.»[34] «El poder creativo estaba en boca de Dios. Está también en la tuya.»[35]
El hombre es un «pequeño dios» de la especie de Dios. «El hombre fue designado o creado por Dios para que fuese el dios de este mundo.»[36] «Adán era el dios de este mundo… [pero] se vendió a Satanás, y Satanás vio a serlo en su lugar.»[37] «Fuimos creados para ser dioses sobre la tierra, pero recordad que se debe escribir con una “d” minúscula.»[38] «Adán fue creado de la especie de Dios… para gobernar como un dios… pronunciando palabras.»[39] «El hombre fue creado en la clase de Dios… Somos una clase de Dios… Dios mismo nos engendró de lo más interior de su ser.»[40] «Estamos en Dios; de modo que esto nos hace parte de Dios (2 Cor. 5:17).»[41]
Cualquiera, sea ocultista o cristiano, puede emplear la fuerza de la fe. Debido a que el hombre es un pequeño dios «de la especie de Dios: muy capaz de operar al mismo nivel de fe que Dios»[42] y «debido a que todos los hombres son seres espirituales,»[43] por ello cualquiera, sea cristiano o pagano, puede liberar esta «fuerza de la fe» pronunciando palabras si tan sólo cree en sus palabras tal como Dios cree las suyas[44]. «Dios es un Dios de fe. Dios liberó su fe en Palabras»[45] y nosotros debemos hacer lo mismo: «Todo lo que tu digas [positivo o negativo] acontecerá»[46] «Las cosas espirituales son creadas mediante palabras. Incluso las cosas naturales, físicas, son creadas mediante palabras.»[47]
Consigues lo que confiesas. La clave vital es la confesión, o hablar en voz alta, y por ello liberar la fuerza de la fe. «Recibes lo que dices»[48]. «Solo por la confesión de la boca puede liberarse el poder de la fe, permitiendo que sucedan cosas tremendas»[49]. «Recuerda, la clave para recibir los deseos de tu corazón es hacer que las palabras de tu boca concuerdan con lo que deseas.»[50] «Todo lo que salga de tu boca se producirá en tu vida»[51]. «Son [sus dos hijos] de unos treinta y pico de años en la actualidad, y no creo haber orado por ellos más de una docena de veces en todo estos años. ¿Por qué? Porque puedes tener lo que digas -¡y yo lo había dicho!»[52]
Nunca hagas una confesión negativa. Le lengua «puede matarte, o puede liberar en ti la vida de Dios… tanto, si crees correcta como incorrectamente, sigue siendo la ley.»[53] Hay poder en «la diabólica cuarta dimensión.»[54] Si confiesas enfermedad, la recibes, si confiesas salud, la recibes; todo aquello que dices, recibes.[55] «La fe es como una semilla… las plantas pronunciándola.» [56]«La palabra hablada… libera poder –poder para bien o poder para mal.» [57]Por ello, es muy importante no decir nunca nada negativo sino sólo hacer una confesión positiva; de ahí el nombre del movimiento de la Confesión Positiva.

Puntos de vista distorsionados.

Aunque los líderes de la Confesión Positiva parece ser sinceros cristianos y en ocasiones predican un evangelio claro y bíblico, no puede abrigarse duda alguna de que sus errores son sumamente graves y que podrían ciertamente ser fatales, si no para ellos, ciertamente entonces para algunos de sus seguidores que los llevan a sus conclusiones lógicas. Tienen una perspectiva falsa de la fe: en lugar de confiar en Dios como su objeto, se trata de una fuerza metafísica. Tienen una perspectiva falsa de Dios: el no es suficiente en Sí mismo, sino que sólo puede hacer lo que hace empleando esta fe-fuerza universal en obediencia a ciertas leyes cósmicas. Tienen una perspectiva errada del hombre: es un pequeño dios de la especia de Dios y que tiene los mismos poderes que Dios y que puede emplear la misma fuerza de la fe obedeciendo las mismas leyes que Dios también ha de obedecer. Tienen también una perspectiva errada de la redención y de la cruz de Cristo, como veremos más adelante. Evidentemente, es cosa sumamente grave estar errado en unas cuestiones tan vitales. Lloyd-Jones nos recuerda:

El hombre como una doctrina inestable será inestable en toda su vida. Uno descubre casi invariablemente que si un hombre está errado en las grandes verdades centrales de la fe, está errado en todos los demás puntos.
[58]

La enseñanza de que somos diese está creciendo entre los evangélicos y está dejando en su estela una devastadora confusión. Aunque algunos de los que enseñan esta doctrina parecen a la vez proclamarla y rechazarla, otros líderes del movimiento de la Confesión Positiva afirman esta enseñanza más y más abiertamente en la radio y en la televisión
[59]. En su último libro, uno de los autores de más venta en este movimiento declara:

¿De donde sacó Satanás el título de ser el dios de este mundo? Lo consiguió de Adán… Adán era dio sobre la tierra, pero lo escribimos con una “d” minúscula…
Algunas personas tienen una imagen de Dios como de más de cien metros de altura y con los brazos tan grandes como un edificio. Pero, ¿por qué iba Dios a hacer al hombre de un tamaño diferente al suyo? Estoy convencido de que El hizo al hombre tal como El es…
Fuimos creados para ser dioses sobre la tierra, pero recordad que se debe escribir con una “d” minúscula.
[60]

Solo hay un Dios verdadero. El ha dicho: «Yo soy Dios, y o hay más» (Isa. 45:22). Naturalmente, hay muchos falsos dioses. Esto es lo que se significa cuando se escribe dios con una «d» minúscula. Y ninguno de ellos escapará al juicio de Dios, porque El ha dicho de todos los dioses:

Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos (Jer. 10:11)

Torcimiento de las Escrituras y universalismo

¿Cómo puede ser posible un error así cuando los líderes en este movimiento afirman poner tanto énfasis en la Palabra de Dios? Ello se ha conseguido torciendo la Palabra de Dios para hacer que se acomode a sus creencias. Por ejemplo, la frase «dijo Dios», que aparece con cada acto de creación (GN. 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26) es citada como prueba de que hay poder en la pronunciación de las palabras.
[61] Al contrario, lo que Dios dijo (“Sea la luz… Produzca la tierra hierba verde”, etc.) sucedió no porque Dios lo dijera, sino porque fue Dios quien lo dijo. Cualquiera otro que no fuese Dios podría repetir estas palabras todas las veces que quisiera y no se crearía nada. Además, Dios podría crear o llevar a la acción simplemente ordenándolo; El no tiene siquiera que decirlo. El poder está en Dios, no en las palabras. Pero al poner el énfasis en las palabras, se sigue que el hombre podría emular las poderosas obras de Dios. Si Dios lo hace todo por la fe en el poder de las palabras que El pronuncia, entonces claro que el hombre puede hacer lo mismo, porque igualmente tiene a disposición palabras que pronunciar con « fe ». El líder reconocido del movimiento de la Confesión Positiva escribe:

Dios tenía fe en sus propias palabras… Jesús tenía fe también en sus propias palabras….
El tenía aquella fe de la clase de Dios, y luego les dijo a los discípulos –y a nosotros -: Tened vosotros esa clase de fe.
[62]

Salomón escribió: “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Pro. 18:21). Un rey como Salomón –y él estaba escribiendo a su hijo, que llegaría ser rey en su puesto –tenían el poder de condenar o de perdonar. A menudo, un testigo ante el tribunal tiene el mismo poder un chismoso puede hacer la vida desgraciada e incluso destruir matrimonios y empleos. Sin embargo, los “maestros de la fe” interpretan las palabras de Salomón como significando que hay algún poder metafísico inherente en as palabras que es liberado cuando son pronunciadas, y que inevitablemente llevarán a su cumplimiento lo que se diga, sea positivo o negativo.

En el mundo del ocultismo, el «poder mental» metafísico de la propia creencia se refuerza pronunciándolo en voz alta. Este acto libera lo que los ocultistas denominan el «poder creativo de la palabra hablada» y trae a la existencia todo lo que uno dice o decreta., esta idea ocultista es la base de los mantras, encantamiento y maleficios. No obstante, los maestros de la fe siguen exponiendo esta tesis antibíblica y oculista y la hacen pasar como enseñanza de las Escrituras en sus ministerios en el púlpito, la radio y la televisión, y en libros como The Tongue –A Creative Force
[63] y You Can Have What You Say.[64]

Hebreos 11:3 dice: «Por al fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios», peor los maestros de la fe tuercen esta declaración así: «Entendemos que fue por la fe que Dios constituyó el universo» Con este simple retorcimiento, la fe deja de ser la creencia del hombre en Dios y en lo que El ha revelado, y se transforma en una fuerza que Dios empleó para hacer el universo, fuerza que el hombre también puede emplear siguiendo la misma «le de la fe». La atención s e aparta sutilmente de Dios dirigiéndola hacia la fe, y los resultados son devastadores. Entre las miles de cartas recibidas de lectores de La Seducción de la Cristiandad, la siguiente es típica:

No es sorprendente que mi Confesión Positiva fallase. Pasé tantos años de mi vida cristiana intentando conseguir la fe que moviese una montaña, cuando todo el tiempo lo que necesitaba era ¡fe en el Dios que mueve montañas!
[65]

El elemento más herético involucrado es la enseñanza de que el poder de la fe es una fuerza universal que funciona para cualquiera que siga “la ley de la fe”. Que uno tenga o no una relación con Dios por medio de Jesucristo es irrelevante cuando se trata de obrar “milagros” por medio de las “leyes de la cuarta dimensión (esto es, del espíritu).” Así, los no cristianos, e incluso los ocultistas,
[66]pueden enseñar esta universal “ley de fe” del mismo modo que se pretende que lo hizo Dios al crear el cosmos. El líder reconocido de la Confesión Positiva escribe:

Jesús dijo que tenía la clase divina de fe; alentó a sus discípulos a que ejercieran esta clase de fe; y dijo que “cualquiera” podría hacerlo.
¿Porqué dijo “cualquiera”?... La razón es que los hombres son eres espirituales…
Solía inquietarme cuando veía a la gente inconversa consiguiendo resultados, y los miembros de mi iglesia no los conseguían. Luego me di cuenta de qué era lo que estaban haciendo los pecadores. Estaban cooperando con esta ley de Dios, la ley de la fe.
[67]

Depositando fe en tu fe

Esta versión carismática de la metafísica de la Ciencia de la Mente está logrando una creciente credibilidad en la Iglesia. Es una herejía sumamente grave. El objeto de la fe viene a ser la fe misma como fuerza cósmica. Se centra la atención en depositar la fe en la fe y se desarrollan técnicas para ello en lugar de tener fe en Dios, que es lo que enseñó Jesús. Para funcionar como los dioses que Dios quiso fuésemos, hemos de desarrollar fe en nuestra fe tal como Dios, según se afirma, tienen fe en su fe.

En ninguna parte de la Biblia se nos dice que tengamos «fe en nuestra fe». Tenemos fe en Dios –una confianza total absoluta, incuestionable –debido a que El es digno de confianza y todo poderoso. Tal como dice W.H. Griffith Thomas en su excelente comentario sobre Romanos: «No hay valor ni mérito en la fe, porque deriva su eficacia no de la persona que confía sino de la persona en quien se confía»
[68]. La “fe en la fe” no es sólo un concepto antibíblico y un absurdo carente de lógica, sino que además destruye la fe en Dios. A. W. Tozer advirtió:

La fe en la fe es una fe desviada. Esperar el cielo por medio de una fe así es conducir en las tinieblas para atravesar un profundo abismo por un puente que no llega al otro lado.
[69]

En un libro de 1986 titulado How to Have Faith in Your Faith (Como tener fe en su Propia Fe), uno de los líderes del movimiento de la fe explica que debido a que “la fe en Dios viene por el oír la palabra de Dios”, así “la fe en tu fe viene de oírte a ti mismo hablar tu fe”
[70]. En su folleto titulado Having Faith in Your Faith (Teniendo fe en tu fe), el principal líder en el movimiento de la Confesión Positiva escribe:

Esto es lo que has de aprender a hacer para conseguir cosas de Dios Tener fe en tu fe.
Para conseguir fe en tu espíritu te serviría de ayuda decir en voz alta: “Fe en mi fe”. Sigue diciéndolo hasta que penetre en tu corazón. Se que sonará a extraño la primera vez que lo digas; tu mente casi se rebela en contra de ello
[71].

¡Naturalmente que nuestra mente debería rebelarse contra esta enseñanza! Pero se nos apremia que echemos a un lado la razón y el sentido común y la clara verdad de la Palabra de Dios, y que en lugar de ello comencemos a repetir esta frase hasta que por fin la aceptemos. Esto es una técnica de lavado de cerebro que ha llevado a miles de cristianos al engaño y al desencanto final, y que ha llevado a muchos a una negación de Dios y a una total pérdida de fe en El. Los tales han “confesado” una y otra vez su curación y prosperidad, no ha recibido ni lo uno ni lo otro, se han sentido condenados por su falta de fe, y finalmente lo han abandonado todo. Muchos, en cambio, se han librado de este pernicioso engaño volviéndose de la fe en la fe a la fe en Dios. Cosa típica es el siguiente extracto de una carta que fue recibida hace poco tiempo:

Como anterior seguidor de las enseñanzas de la Palabra de Fe, mi vida fue un infierno sobre la tierra durante tres años. Esto quedó complicado por el hecho de que durante este tiempo estuve bajo una especie de “niebla” mística: totalmente fuera de contacto de la realidad…
Hace tres años, cuando abandoné la iglesia “de la Palabra” donde era organista, me encontraba en una librería de libros usados y compré un viejo himnario de Ciencia Cristiana. Me quedé asombrado al ver que sus cánticos serían perfectamente apropiados para una iglesia “de la Palabra”.
Desde entonces, siempre que veo a mis viejos amigos de aquella iglesia, no dudo en decirles que su religión es una forma pentecostalizada de la Ciencia Cristiana, que es la contrapartida americana del brahmanismo (hinbduismo)…
[72]

La conexión de la ciencia cristiana

En ocasiones, los principales maestros de la fe enseñan el sencillo evangelio de que Cristo murió por nuestros pecados. Es esta mezcla de aparente ortodoxia y de error directo lo que hace que su enseñanza sea tan conducente a la confusión. Aunque parece ser una dura acusación designar el movimiento de la Confesión Positiva como una forma carismática de la Ciencia Cristiana, que a su vez es una versión americanizada del hinduismo, esta acusación la han hecho muchos y puede ser documentada comparando sencillamente las similitudes en las creencias que les son comunes. Los líderes en este movimiento son conscientes de estas similitudes y niegan la acusación:

¿Saben algo? A veces, cuando comienzo a enseñar acerca de esto, hay gente que dice que suena a Ciencia Cristiana. Una señora dio un apalmada a su marido durante un servicio en Texas y dijo (mi mujer les oyó): «Eso suena a Ciencia Cristiana…»
No es Ciencia Cristiana. Me gusta lo que dice el Hermano Hagin: ¡«Es sentido cristiano»
[73]

La Confesión Positiva es básicamente el Nuevo Pensamiento enfervorizado y revestido de lenguaje evangélico/carismático. El Nuevo Pensamiento, que surgió en América a fines del siglo pasado, puede ser remontado a su vez a Phineas P. Quimby (1802-1866), cuyos “estudios en mesmerismo (hipnosis), espiritismo y fenómenos semejantes… constituyeron la base para una nueva estructura en el mundo del pensamiento”
[74] y que “fue considerado como el fundador del movimiento (del Nuevo Pensamiento).”[75] Este mesmerista de Nueva Inglaterra, que sanó a Mary Baker Patterson (posteriormente Hedí) en 1862[76], debe ser reconocido como el genio que revistió al antiguo chamanismo (hechicería) con términos científicos para formar lo que el llamó “La Ciencia de Cristo o Verdad”[77] y que más adelante llamó “Ciencia Cristiana”[78].

No puede dudarse de que la señora Hedí no solo tomó el término de “ciencia cristiana” de Quimby, sino que también derivó de él la mayoría de las ideas que más adelante pretendió haber recibido por “revelación”. Estas, posteriormente, llegaron a ser la base de la secta Ciencia de la Mente que formó que hoy día se conoce como Ciencia Cristiana.

La influencia de Quimby se mantiene en las muchas iglesias de la Ciencia de la Mente que ahora forman la Alianza Internacional del Nuevo Pensamiento., en su Congreso Nacional de 1986, el presidente de la Alianza, el ministro de la Iglesia Cristiana de la Unidad Blaine C. Mays, declaró:

Finalmente esta saliendo. Cuando un va a oírles (a Norman Vincent Peale y a Robert Schuller), lo que dan es el mensaje del Nuevo Pensamiento.
El enfoque de Schuller del pensamiento posibilista no es más que la religión del Nuevo Pensamiento, aunque el líder de la Catedral d Cristal de California del Sur no lo reconozca
[79].

No es una mera coincidencia que la Confesión Positiva, lo mismo que el pensamiento Positivo/Posibilista, suene de una manera tan semejante a la Ciencia Cristiana. Sus raíces son innegablemente las mismas. Como lo observa McConnel, E.W. Kenyon, el verdadero fundador de la Confesión Positiva, “se adherió a un cientificismo religioso peligrosamente cercano a la Ciencia Cristiana”
[80]. No solo Charles Capps, sino también Frederick Price [81]y Kenneth Hagin admiten también las perturbadoras similitudes, pero no parecen comprender la razón., Hagin escribe:

Cuando predico acerca de la mente, algunas congregaciones se asustan. Inmediatamente piensan en la Ciencia Cristiana.
[82]

Contendiendo por la fe

En tanto que busquemos la fe como un poder que podemos emplear para lograr bendiciones para nosotros y para otros, estamos negando la verdadera fe y poniéndonos a merced de aquel que vendrá “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Ts. 2:9).

Pablo nos advierte de que la oposición a la verdad de Dios contra la que tenemos que guardarnos y confrontar en los últimos días no provendrá primariamente de los que rechazan lo sobrenatural, sino de los que parecen obrar milagros. Refiriéndose a Janes y Jambres, los magos de faraón que “resistían a Moisés” duplicando con poderes satánicos los milagros que Dios hacía por medio de Moisés y Aarón, Pablo afirma que habrá similares obradores de milagros que “residen a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe” (2 Tim. 3:8).

Es evidente por las Escrituras que los milagros genuinos también continuarán en los últimos años. En caso contrario, lo que pareciese milagroso sería automáticamente identificado como procedente de Satanás, por cuando los milagros han cesado, se nos ha advertido que necesitaremos discernimiento parta distinguir entre los verdaderos milagros de Dios y las astutas falsificaciones de Satanás., esta advertencia es solemne, y no osaremos ignorarla. Una vez más Pablo nos recuerda que la verdad es primordial. La cuestión es lo que creemos, no simplemente que creamos. Esto nos debe a que causemos que ocurra o que venga a existir aquello que creemos, sino porque o bien creeremos la verdad de Dios (la fe), o la mentira de Satanás.

Hemos de ser muy cuidadoso en no torcer la Palabra de Dios para ajustarla a nuestros deseos o teoría egoístas o incluso bienintencionadas, sino que debemos dejar que ella nos esneñe y conduzca. Y debemos apartarnos de todo aquel mensaje que centre su mensaje primario en el hombre y no en Dios, que busque más conseguir bendiciones para el yo que crucificar el yo y glorificar a Dios. Con pasión, Charles Colson escribe lo siguiente:

Para la iglesia, ésta debería ser una hora de oportunidad. Solo la iglesia puede dar una visión moral a unas personas sin rumbo; sólo la iglesia puede llenar el vacío y demostrar que hay un Dios viviente y soberano que es la fuente de la Verdad.
Pero, la iglesia presenta casi tantos problemas como la cultura, porque la iglesia ha comprado el mismo sistema de valores: fama, éxito, materialismo y celebridad… El ensimismamiento en estos valores ha pervertido también el mensaje de la iglesia. El ayudante de un célebre pastor de los medios de comunicación dijo sin vacilar, al preguntársele la clave del éxito de su director: “Les damos a la gente lo que quieren”.
Esta herejía se encuentra en la raíz del más peligroso mensaje que se predica en la actualidad: el evangelio de lo que a mí me conviene.
[83]

No osaremos mantenernos en silencio -¡no debemos! -, ni nos dejaremos llevar del miedo a hablar por temor a ofender o a causar divisiones, mientras se falsea la fe una vez dada a los santos. No debemos contemporizar, porque ello no ayuda sino que estorba la causa de la verdad. Dejar de contender ardientemente por la fe deshonra a Dios, y aunque puede evitar que surjan sentimientos heridos y egos dañados, destruye almas por las que Cristo murió. Si el amor de Cristo gobierna nuestros corazones, entonces contendremos ardientemente por la fe que El nos ha dado.
[1] “Shall We Fear God?”, Una entrevista con el teólogo Carl F, Henry en Cornestone Vol. 12, no. 69, p. 13.
[2] J.I. Packer, “Put Holiness First”, en Christian Life, mayo, 1985, p. 47.
[3] Charles Capps, Seedtime and Harvest (Harrison House, 1986), p. 23.
[4] Charles R. Swindoll, Growing Deep in the Christian Life (Multnomah Press, 1986), p. 406.
[5] David Wilkerson, Last Day Ministries, Tratado LD #45, Lindale, TX.
[6] Kenneth Copeland, “Questions and Ansers, n Believer’s Voice of Victory, junio 1986, p. 14.
[7] Kenneth Copeland, en una entrevista en Trinity Broadcasting Network (TBN) con Paul y Jan Crouch, 5 de febrero de 1986.
[8] Kenneth Copeland, Believer’s Voice, op. cit.
[9] Tozer, Gems From Tozer (Christian Publications, 1969), p. 54.
[10] Oswald Chambers, En Pos de lo Supremo (Terrasa: Editorial CLIE, 1993), lectura para el 19 de marzo.
[11] Norman Vincent Peale The Power of Positive Thinking (Fawcett Crestm 1983).
[12] Charles Bristol, The Magiz Of Believing (Prentice-Hall, 1948).
[13] Napolen Hill y W. Clement Stone, Success Through a Positive Mental Attitude (Prentice-Hall, 1960).
[14] Norman Vincent Peale, "Confident Living", en Salesman-s Opportunity, mayo, 1974, p. 63.
[15] Ibid.
[16] Norman Vincet Pale, “What Dies It Take to Be a Christian?”, en Plus. The Magazine of Positive Thinking, abril, p. 3.
[17] Charles Colson¸ Who Speaks for God?, (Crossway, 1985), p. 36.
[18] Wilkerson, Last Days.
[19] Colson, Who Speaks?, p. 36.
[20] The Believer and Positive Confession, publicado en 1980 por Las Asambleas de Dios (Springfield, MO: Gospel Publishing House).
[21] Daniel Ray McConell, “The Kenyon Connection: A Theological and Historical análisis of the Cultic Origin of the Faith Movement” (tesis sometida a la Facultad de Teología, Oral Roberts University, Tulsa, Oklahoma, mayo de 1982), p. 2.
[22] Check Smith, Charisma vs Charismania (Harvest House, 1983).
[23] McConell, Connection, p. 1.
[24] Charles Farah, Jr., «A Critical Análisis: The “Roots and Fruits” of Faith-Formula Theology» (trabajo leído ante la Society of Pentecostal Studies [Sociedad de Estudios Pentecostales], otoño de 1980).
[25] Kenneth Copeland en una entrevista en Trinity Broadcasting Network (TB) con Paul y Jan Crouch, 5 de febrero de 1986.
[26] Charles Capps, The Tongue – A Creative Force (Harrison House, 1976), pp. 12, 19, 129; Kenneth Copeland, The Power of the Tongue (KCP Publications, 1980), pp. 4, 5.
[27] Capps, The Tongue, pp. 131, 132.
[28] Ibid., pp, 17, 26.
[29] Coppeland, Believer’s Voice, op. cit.
[30] Capps, The Tongue, pp. 7, 129.
[31] Ibid., p. 135; Copeland, The Power, p. 3.
[32] Kenneth Hagin, Having Faith in Your Faith (Rhema, 1980), pp. 2, 4; Keneth Copeland’s Reference Bible, pp. XLVII, LVI; Capps, The Tongue, pp. 131, 132. etc.
[33] Capps, Seedtime, p. 53.
[34] Capps, The Tongue, p. 30.
[35] Ibid., p. 56.
[36] Robert Milton, God’s Laws of Success (Word of Faith Publishing, 1983), pp. 170, 171; Kenneth E. Hagin, Plead Your Case (Tulsa, 1985), p. 3. Charles Capps, God’s Image of You (Harrison House, 1985), p. 34; y muchos otros.
[37] Hagin, Faith, p. 3.
[38] Capps, Image, p. 34.
[39] Copeland, The Power, pp. 5, 7.
[40] Kennet Copeland en una entrevista en Trinity Broadcasting Network (TBN) con Paul y Jan Crouch, 5 de febrero de 1986.
[41] Copeland, Believer’s Voice, op., cit.
[42] Capps, The Tongue, p. 130.
[43] Hagin, Faith, p. 3; Paul Yonggi Cho, The Fourth Dimension, Volume Two (Brisge Publishing, 1983), pp. 37-39.
[44] Hagin, Faith, p. 3, 4.
[45] Capps, The Tongue, p. 132.
[46] Ibid., p. 24.
[47] Kenneth E. Hagin, Words (Faith Library, 1979), p. 12.
[48] Hagin, Words, p.10; Don Gossett, What You Say Is What Yu Get (Revell, 1976), pp. 12, 13, etc.: Frances Hunter, How to Develop Your Faith (Hunter Books, 1979), pp. 17-20; Capps, Tongue, pp. 139-143.
[49] Cho, Fourth, Volume Two, p. 32.
[50] Gloria Copeland, God’s Will Is Prosperity (Harrison House, 1976), p. 85.
[51] Milton, Laws, p. 114.
[52] Hagin, Words, pp. 9, 10.
[53] Capps, The Tongue, pp. 128, 141.
[54]Cho, Fourth, Volume Two, p. 36; Capps, Tongue, p. 137.
[55] Kenneth E. Hagin, New Thresholds of Faith (Kenneth Hagin Ministries, 1974), p. 51; Capps, The Tongue, pp. 55-78; 90-92; Capps, Seedtime, pp. 18-21, etc.
[56] Capps, Seedtime, p. 16.
[57] Don Basham, “On the Tip of My Tongue: How your words can curse and destroy, or bless and restore”, en New Wine, junio, 1986, p. 6.
[58] «The Wisdom of Martín-Lloyd Jones» (seleccionado por Dick Alderson), en The Banner of Truth, agosto/septiembre, 1986, p. 7.
[59] Kenneth Copeland, programa «Praise the Lord» d ela Trinity Broadcasting Network (TBN), 5 de febrero de 1986.
[60] Capps, Image, p. 28-34.
[61] New Wine, junio de 1986. este número completo de esta revista fue dedicado a promover este error; Capps, The Tongue, pp. 13-16, etc.
[62] Hagin, Faith in Faith, pp. 2, 3.
[63] Capps The Tongue
[64] Kenneth E. Hagin, You Can Have What You Say (Faith Library Publications, 1980).
[65] Carta en Archivo
[66] Cho, Fourth, Volume Two, pp. 36-41, 64.
[67] Hagin, Faith in Faith, pp.3 ,4.
[68] W.H. Griffith-Thomas, St. Paul´s Epistle to the Romans (Eerdmans, 1974), p.64.
[69] Tozer, Of God and Men (Christian Publications, 1960), p.57.
[70] Charles Capps, How To Have Faith in Your Faith (Harrison House, 1986), p. 64.
[71] Hagin, Faith in Faith, p. 5
[72] Carta en archivo
[73] Capps, The Tongue, p. 27.
[74] Horatio W. Dresse, ed., The Quimby Manuscrits (Citadel, 1980), p.9.
[75] Charles S. Braden, Spirits in rebellion: The Rise and Development of New Though (SMU Pres, 1966), p. 20.
[76] Edwin Franden Dakin, Mrs. Hedí: The Biography of a Virginal MInfçd (Scribner, edición 1929-1968), pp. 35-37, 43, 44.
[77] Dresser, Quimby, p. 131.
[78] Ibid, pp. 388-391.
[79] Houston Chronicle, 2 agosto 1986, Sección 6, p.2.
[80] McConnell, Connection, p. 95.
[81] Frederick Price, Faith, Foolishness or Presumption? (Tulsa, 1979), p.16.
[82] Hagin, Right and Wrong Thinking (Tulsa, 19866), p.30.
[83] Colson, Who Speaks?, p. 36.

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