martes, marzo 17, 2009

La Convicción Bíblica y Evangélica – Phil Johnson

La Convicción Bíblica y Evangélica

Viernes, Marzo 13, 2009

(Por Phil Johnson)

El post de hoy es continuación del de ayer... y es tomado de las notas de Phil en la Shepherds’ Conference basado en la pregunta “¿Qué es un evangélico"?

Por cierto, déjeme recomendarle un libro. Es un libro pequeño – 91 páginas, y usted lo pueden leer en una tarde. El título es el mismo de este seminario: ¿Qué Es Un Evangélico?, Por el Dr. Martyn Lloyd Jones, publicado por el Estandarte de la Verdad. (Es realmente un extracto de un libro más amplio, Knowing the Times, así que si usted tiene ese libro, usted ya tiene “¿Qué es un Evangélico?”) Es una copia edición-resumida editada de tres conferencias que Lloyd-Jones dio en 1971 en la International Fellowship of Evangelical Students en Gran Bretaña. Él indaga esta pregunta en detalle, ¿Qué Es un Evangélico? Y en la mayoría de los casos sería difícil mejorar su análisis de esta pregunta.

En la providencia de Dios (y completamente inconexo al hecho por el cual hago este seminario hoy), Kevin Deyoung resume las conferencias de Lloyd-Jones en su blog esta semana. Kevin DeYoung es Pastor principal de la Iglesia Reformada Universitaria en el Este Lansing, Michigan, y él es parte del equipo de escritores que produjo un gran libro titulado Por Qué no somos Emergentes (por Dos Tipos que Deberían Serlo). Él resumió la primera parte de las conferencias de Lloyd-Jones ayer y posteó el segundo de sus tres resúmenes hoy. Si usted no puede leer el libro mismo, asegúrese de que usted lea los resúmenes de Kevin DeYoung en www.revkevindeyoung.com.

No sé si hay copias del libro de Lloyd-Jones en la librería, pero espero que sí. Si no, haga un pedido. Intentaré citar de él algunas veces si el reloj me lo permite.

Ahora déjeme explicar que digo cuándo hablo de principios evangélicos – el corazón y la base de la creencia evangélica. Como he mencionado, tengo en mente primordialmente dos cosas: La autoridad de la Escritura y la verdad del evangelio. Lo pienso realmente como tan simple lo es.

Los Evangélicos, históricamente, han considerado la Biblia misma como la misma Palabra de Dios y por consiguiente la más elevada de todas las autoridades en la tierra; y han considerado el evangelio de la salvación por la gracia a través de la fe a través de la obra de Cristo en la cruz como el centro no negociable de todo lo que creemos y enseñamos.

Si usted afirma esas verdades en el sentido evangélico, usted instantáneamente tendrá por entendido que las implicaciones de esos dos principios son de mucho alcance y no superficiales. Por ejemplo, la auténtica creencia evangélica siempre ha respaldado firmemente la primacía de la gracia divina, la exclusividad de Cristo, la naturaleza substitutoria de la expiación, y la fe solamente como el instrumento exclusivo de nuestra justificación. También sostendría la opinión de que la convicción evangélica en relación a la autoridad de la Escritura también siempre ha incluido la verdad de la infalibilidad bíblica. Es mi convicción personal que alguien que niega la infalibilidad de la Escritura se posiciona fuera del pensamiento prevaleciente de la creencia evangélica histórica y realmente no merece llamarse un evangélico. Pero la infalibilidad no es una verdad que le añado a la autoridad de la Escritura; eso es simplemente lo que quieren decir los evangélicos cuando afirman la autoridad de la Escritura.

Pero para el bien de la simplicidad, quiero hacer énfasis en que todas los puntos fundamentales evangélicos históricas son incluidos bajo estos dos títulos: La autoridad de la Escritura y la centralidad del evangelio verdadero. O si usted prefiere la terminología de la Reforma, sola Scriptura y sola fide. (Si usted no tiene en claro en lo que los Reformadores quisieron decir por sola Scriptura y sola fide, o si usted está poco familiarizado con el peso que los Reformadores colocaron en esos dos principios, intentaré aclarar esas cosas cuando llegamos a ese punto en la línea cronológica.)

Pero empecemos con los apóstoles y la iglesia del Nuevo Testamento. Ya he dicho que es mi convicción de que el evangelicalismo data de la era apostólica, y en términos muy simples, he aquí el por qué: Examine la teología del Nuevo Testamento y usted descubrirá que estos dos principios evangélicos vitales – la autoridad de la Escritura y la importancia de tener el evangelio correcto – son repetidamente enfatizados. Usted no encontrará énfasis en absoluto en las cosas que son importantes para los sistemas institucionales, jerárquicos del catolicismo romano y la Ortodoxia Del Este. La sucesión apostólica, las estructuras episcopales, las fórmulas litúrgicas, y la mayoría de las otras doctrinas que esas tradiciones tienden a enfatizar en su mayoría – incluyendo la veneración de María, la doctrina del purgatorio, la cabina confesional, y la estantería – usted no encontrará ninguna mención de esas cosas en el Nuevo Testamento en absoluto.

Por otra parte, la mayor parte de las epístolas en el Nuevo Testamento fueron escritas precisamente para defender esas dos cosas esenciales evangélicas. La mayor parte de las epístolas tienen un empuje polémico. Es claro al leer usted las epístolas del Nuevos Testamento (así como el libro de los Hechos) que incluso en las iglesias primitivas apostólicas más tempraneras, las influencias gnósticas tempranas ya atacaban la autoridad de la Escritura. Éstas realmente fueron simplemente formas embrionarias de ideas que más tarde se desarrollaron dentro del gnosticismo – pero arremetieron contra la iglesia aun antes de que el canon de la Escritura fuese completo. El apóstol Juan trató con ellos en las primeras dos partes de sus tres epístolas. Él básicamente resume el espíritu evangélico en su segunda epístola, donde a la mita de su énfasis de la importancia del amor para con los hermanos verdaderos, él le dice a la señora elegida que si alguien viene a ella con un mensaje que es cualquier cosa que no sea de la enseñanza de Cristo como es proclamada a través de los apóstoles y registrada en el Nuevo Testamento, ella incluso no debía darle a esa persona un saludo formal – la cuál fue una función ceremonial de respeto y hermandad. Tal persona no es un hermano en absoluto, sino un falso maestro que debería ser evitado, aun si él se llama un cristiano. Segunda Juan 7-11:

7Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. 8Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. 9Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. 10Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! 11Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.

Esa clase de diferenciación un poco cuidadosa entre la verdad y el engaño es clásicamente evangélica. Y no pierda el punto que lo que Juan estaba defendiendo allí era la autoridad de la verdad revelada en contra de los sueños y las imaginaciones de aquellos proto-gnósticos.

Específicamente, ese texto afirma la importancia de una cristología sana (en contra de una doctrina que claramente implicaba una negación de algún aspecto de la encarnación). Juan dice que alguien que niega la encarnación – la deidad de Cristo y Su preexistencia eterna – no es un cristiano en absoluto. Todos los fundamentos de la doctrina trinitaria son por supuesto implicados en eso.

Pero lo que es distintivo de la convicción evangélica se resume en el principio de sola Scriptura. Creemos que estas cosas son Cristianismo esencial no porque algún Papa o algún concilio de iglesia las declara que así lo son, sino porque eso es lo que enseña la Escritura. Las doctrinas básicas de la Trinidad y la encarnación están tan entretejidas en la trama del Nuevo Testamento que si usted los niega y juega con su interpretación de la Escritura con intención, usted en efecto se ha burlado de la autoridad de la Escritura. Ese es el punto de 2 Juan, y ese es uno de los pilares de la convicción evangélica.

O para establecer el hecho más simplemente, 2 Juan 7 expresamente dice que aquellos que niegan la encarnación – “no confiesan que Jesucristo ha venido en carne”– son engañadores y anticristos. Los Evangélicos aceptan esa diferenciación porque implícitamente aceptan la autoridad de la Escritura.

O considere el libro de Gálatas. Todo el mensaje de esa epístola está arraigado en principios evangélicos. Des del el principio, el apóstol Pablo deja en claro esto. Capítulo 1, versículos 8-9, él escribe: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” Hay está esa diferenciación evangélica clásica de nuevo entre el Cristianismo auténtico y todas las variedades falsas. Pablo lo indica dos veces dando énfasis en un intervalo de dos versículos. (Como un editor, ese es el tipo de redundancia que normalmente editaría fuera.) Pero la repetición es deliberada y acentuada por una razón. Pablo a propósito traza una línea clara en la arena. Y aquí el enfoque está específicamente en el evangelio. Hay un Evangelio verdadero, Pablo lo dice. Es el “Os hemos anunciado” (v. 8). Es el “que habéis recibido” (v. 9). Es el evangelio dado a nosotros en la Escritura. Hay montones de evangelios falsos, pero sólo un evangelio auténtico, y eso es lo que define y establece los linderos de la fe cristiana auténtica. Pablo no podría ser más enfático: “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. El evangelio es el tema central. Y como Pablo procede a sostener en Gálatas, la justificación por la gracia solamente a través de la fe solamente – sin las obras – es el mismo corazón del evangelio. Entre mejor comprenda usted la doctrina de justificación, mejor comprenderá el evangelio.

Ahora, si usted quisiera resumir el principio evangélico en una sola declaración, esa sería: La esencia de la verdad del evangelio es plasmada en la doctrina de la justificación por la fe.

De hecho, tengo un libro en mi biblioteca que establece el argumento que finalmente hay sólo una fundamento evangélico verdadera. De hecho, Ese es el título del libro: The Evangelical Essential (El Fundamento Evangélico), por Philip Janowsky. Y él discute, muy convincentemente, también, que una encuesta de teología histórica sugeriría que la única creencia que define nuestra doctrina como verdaderamente evangélica es el principio de sola fide. La justificación por la fe – y específicamente la imputación de la justicia al creyente sin ninguna obra o ceremonias.

Ahora Philip Janowsky es un Metodista Unido, y normalmente no recomiendo libros de Metodistas Unidos, pero este es bastante bueno. El libro fue publicado por Victor House en 1994, así que me imagino que está agotado a estas fechas, pero si usted puede obtener una copia, es un libro pequeño útil.

Y estaría de acuerdo con el énfasis que Janowsky pone en la justificación por la fe en este sentido: De los dos pilares de la convicción evangélica que estoy dando – la autoridad de la Escritura y una comprensión sana y bíblica del evangelio – el punto acerca del evangelio va más hacia el corazón de lo que define a un evangélico que cualquier otra cosa.

De hecho, eso se refleja en la palabra evangélico. Obviamente, es derivado de la palabra griega para el evangelio – el evangelion; las buenas noticias. De esta forma el nombre evangélico por sí mismo es una referencia al evangelio. Y la razón por la que Janowsky dice que el corazón de la creencia evangélica está resumido en esa única verdad distintiva (en lugar de lo dos que le he dado) es ésta: Mientras que hay no-evangélicos y incluso algunas sectas que podrían compartir nuestro compromiso con la autoridad de la Escritura – o el afirmar que lo hacen – nadie excepto los evangélicos a fondo y consistentemente captan el principio de sola fide y todas sus implicaciones. Así es que la doctrina de la justificación por la fe es de hecho tanto la doctrina decisiva del evangelicalismo histórico y el mismo corazón del mensaje del evangelio.

Y la razón por la que creo que la iglesia apostólica verdadera fue clásicamente evangélica es que ese es precisamente al argumento que Pablo hace en el libro de Gálatas. Es también el tema de Romanos, Hebreos, y Efesios. Se refleja igualmente a un grado u otro en prácticamente cada libro del Nuevo Testamento.

La así llamada Perspectiva Nueva del obispo NT Wright sobre Pablo a pesar de todo, lo que usted ve en la batalla de Pablo con los Judaizantes es una defensa clásica de los principios evangélicos. Lo que Pablo defendía en Gálatas y en cualquier otra parte fue el evangelio, no una noción pos-modernizada de la diversidad racial y étnica. Él defendía la simplicidad evangélica del evangelio verdadero en contra de la influencia legalista de los Judaizantes. (Si usted duda de eso, lo siento. Mi consejo sería leer uno poco menos de lo que está actualmente en boga en la comunidad académica y un poco más del patrimonio sustancioso de los comentaristas evangélicos.) Pero no nos desviemos del tema.

Recuerde, el apóstol Juan trazó una línea entre la verdad evangélica y las formas incipientes de gnosticismo. Pablo levantaba un límite diferente – entre el evangelio verdadero y la soteriología falsa de los Judaizantes. Ambos apóstoles plasmaron el espíritu evangélico.

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