sábado, mayo 16, 2009

¿Cómo Debemos Cantar?

¿Cómo Debemos Cantar?
Una Iglesia que Malentiende la Adoración
Gary E. Gilley

Nuestra adoración debe estar centrada en Dios al adorarle a través de la Palabra, el canto y la oración, y al edificar a los santos a través de la enseñanza de las Escrituras para que puedan estar preparados para vivir vidas que le honren. Para honrar y adorar a Dios por eso, todo lo que debemos hacer debe emerger de la verdad. La mayoría podría estar de acuerdo con eso, al menos en teoría si no es en la práctica, cuando viene a la predicación y enseñanza de las Escrituras, porque esto es claramente enseñado en la Palabra (1 Tim. 4:13; 2 Tim. 2-4; Hechos 2:42; Tito 1:9; Col. 1:25). La música, desafortunadamente a menudo toma una exención. Pero ¿tenemos más derecho de cantar herejía que el que tenemos en predicar herejía? Una vez más, Macarthur esta en lo correcto cuando escribe:

“La música misma, aparte de la verdad contenida en las letras, no es incluso un trampolín legítimo para la verdadera adoración. Similarmente, una historia conmovedora puede ser emocionante, pero amenos que el mensaje que transmite sea puesto en el contexto de una verdad bíblica, cualquier emoción pueda envolver no debe usarse para incitar ala adoración genuina. Pasiones excitantes no son necesariamente evidencia de que una verdadera adoración este dándose a lugar. Es apasionada porque hace echar fuera nuestro amor por Dios”.[i]

Cuando la iglesia se reúne para adoración ¿Cuál es el mandato bíblico? ¿Es para divertir y entretener? ¿Es para satisfacer el lamento de satisfacción? La diferencia recae ampliamente en el área del enfoque. ¿Estamos dirigiéndonos hacia nosotros mismos o hacia nuestro Dios? Una vez que se haya establecido que es Dios, y no nosotros, quien debe ser central en nuestra adoración entonces debemos examinar lo que hacemos en la adoración. Aquí, nuestra práctica debe ser en línea con nuestro entendimiento bíblico de Dios y la iglesia.

¿Cómo debemos cantar?

La predicación ha perdido la predilección en nuestra era de entretenimiento como un medio de comunicar la verdad de Dios. Aun cuando los ministerios del buscador-sensitvo prediquen, ellos no lo llaman así y tratan con todas sus fuerzas de hacerlo parecer como si no estuviesen predicando. Los púlpitos son un tabú, las notas se esconden, la predicación expositiva es abandonada por tópicos “relevantes” de actualidad, las referencias a la historia de la iglesia son raras, y la doctrina es considerada muy pesada.

Pero cuando se viene a la iglesia moderna intentando comunicarse con esta generación, una generación nacida y surgida en la era del entretenimiento, nada es más prominente que la música. Así que, no nos sorprende encontrar que uno de las grandes atracciones para muchos hacia esta nueva manera de “hacer iglesia” es la música. Muchos eligen a la iglesia ala cual asistirán en gran parte sobre la base del tipo y excelencia de sus ofertas musicales. Este es el punto importante que debemos discernir en cuanto al papel que juega la música, o que debe jugar, en una adoración corporativa. Demasiado a menudo en la adoración moderna el lugar de la música parece ser el fijar un ambiente. Con la música correcta y músicos talentosos es posible crear cualquier clase de ambiente. ¿Queremos gente alegre? ¿Llorona? ¿Reflexiva? ¿Emocionada? ¿Motivada? La música en manos capaces es útil para crear todos estos ambientes y muchos otros. Pero ¿es el propósito bíblico de la música cristiana establecer un ambiente o una atmósfera?

Uno de los pasajes de la Escritura que da una percepción sobre el tema de la música dentro de la iglesia local es Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (vea también el verso paralelo Efes. 5:19). Cuando muchos cristianos vienen hoy a los servicios de la iglesia, quieren que se les haga sentir de cierta manera, pero el papel central de la música en la iglesia del Nuevo Testamento es ser compañera de la enseñanza de la Palabra de Dios. Mientras que la música es una manera única de alabar a Dios en adoración, la evaluación final de esa música en el ambiente cristiano debe si ha sido útil o no en el proceso de ayudar a la Palabra de Cristo a morar sumamente dentro de nosotros. De la misma manera que la autoridad y la verdad de la Escritura debe dominar nuestra predicación y enseñanza, así mismo debe dominar nuestro cantar.

La Música Como Enseñanza

Más específicamente, el apóstol Pablo nos informa que la música sirve al papel de la enseñanza y a la amonestación. La música cristiana es en el mejor de los casos cuando instruye en la sana doctrina. Muchos de los grandes himnos y algunos de los cantos contemporáneos, están impregnados en teología que refuerza las verdades encontradas en la Palabra. Por el contrario, la música a menudo ha sido usada dentro de la iglesia para enseñar y promover un amplio rango de herejías y doctrinas aberrantes. Es un hecho muy conocido que el hereje del 4º. Siglo Arrio, utilizó la música para esparcir su creencia de que Jesús fue un ser creado y no totalmente Dios. Mientras que los concilios de la iglesia, tales como el de Nicea lo condenaron, el Arrianismo continuó siendo popular por décadas entre las masas debido a que las enseñanzas de Arrio fueron colocadas en la música y los cantos por congregaciones sin discernimiento.

Claro, mucho de la música cristiana, tanto antigua como moderna, enseña muy poco a la manera de la verdad bíblica. La música cristiana contemporánea en particular, es más de inspiración y corta de instrucción. La mayoría de los coros populares que se están escuchando el día de hoy son letras simples de alabanza que, en el mejor de los casos, señalan una simple verdad la cual es repetida de una forma u otra a través del canto. Uno de tales coros repite continuamente la frase: “Yo te exalto, o Señor”. Muy bien, El es digno de exaltación. Pero, ¿por qué es exaltado? ¿Que luz es dada en relación al mérito de Dios? Otro coro nos exhorta, basándose en el Salmo 103, “Bendice al Señor, alma mía… Porque El ha hecho grandes cosas” (3 veces). Pero si usted lee el Salmo 103 los 21 versos restantes dicen al lector el porqué nuestras almas deben bendecir al Señor. Leonard Payton, comentando acerca de este coro en particular escribe: “Lo que aquellas grandes cosas son se dejan a la imaginación y no a la plena enseñanza de la Escritura. El problema es que la verdadera gratitud bíblica debe tener su base sobre hechos objetivos o en la doctrina. Si no, es un mero sentimentalismo”[ii]. Con esto en mente, ¿tienen un lugar los coros modernos de alabanza en nuestros servicios de adoración? Personalmente creo que no, pero ese lugar puede ser semejante al lugar del postre en nuestra dieta. Casi todo mundo ama el postre, pero el postre no debe ser el principal elemento de nuestra dieta diaria o sufriremos graves consecuencias. Para mí, los coros de alabanza son usados como una respuesta a las comunicaciones más sólidas de la verdad, más que a los medios principales de esa comunicación. Hacerlos el principal soporte de la dieta musical de la iglesia es engordar a la iglesia con dulces cuando necesita una comida sólida saludable.

Sería de gran valor en este punto reflexionar en los puntos de vista de algunos de nuestros líderes más respetados del pasado en relación a la música. Martin Lutero dijo: “La música es la criada de la teología”. Sus enemigos, reconociendo la verdad de las palabras de Lutero lamentaron diciendo: “Nuestra gente esta cantando a la manera de la teología de Lutero”.[iii] La Revista Christian History Magazine reporta que los himnos de Carlos Wesley incluyen versos de todos los libros de la Biblia excepto Nahum y Filemón. El veía sus himnos como un abecedario en la teología y una guía para adoración pública y la devoción privada[iv]. Isaac Watts, el padre de la himnología inglesa, escribió himnos para complementar sus sermones[v].

Por contraste, mucho de la música cristiana contemporánea evitan la mente y se dirigen directamente a las emociones. Cuando el propósito de la música es para extraer una respuesta emocional carente de la verdad bíblica y desatender la ayuda en el proceso de “morar la Palabra de Cristo en nosotros abundantemente”, el resultado final es una fe cristiana sentimentalista. Los corazones pueden ser tocados por un uso habilidoso de melodías y ritmos sin importar que mensaje este expresando un canto en particular. Por ejemplo, ¿quien no ha sentido la piel de gallina cuando es realizada una excelente interpretación del Himno de Batalla de la República (The Battle of Hymn of the Republic)? Pero las letras del Himno de Batalla de la República fueron escritas por Julia Ward Howe, una liberal unitaria quien creía en la paternidad de Dios sobre toda la humanidad, su himno no tiene nada que ver con el esparcimiento del evangelio, o el regreso de Cristo, sino con el eventual dominio de la “verdad” humanista sobre todo el mundo. Se convirtió en un canto patriótico famoso pero difícilmente es un himno que enseñe verdad bíblica[vi]. Podemos disfrutar de la belleza y pasión del canto pero su teología no esta ayudante a que la Palabra de Cristo more abundantemente en nosotros, y por eso no es un himno adecuado para la iglesia.

Así mismo muchos coros modernos enseñan doctrinas cuestionables. Majestad de Jack Hayford, por ejemplo, enseña que “desde tu trono fluye tu reino, Tu majestad”. Esta teología del “reino ahora”, la cual ve a la iglesia en el reino, o como sinónimo de ello, es muy prevaleciente entre muchos carismáticos y enseñanzas de Lluvias Tardías. Armados con este entendimiento de la iglesia muchos como Hayford, El Movimiento de Viña y expertos de la Palabra de Fe creen que los milagros, la “fe-sanadora” y otras manifestaciones sobrenaturales del Espíritu, deben ser comunes el día de hoy. Aquellos quienes rechazan tal entendimiento de la era de la iglesia deben ser sabios en notar que pueden estar predicando una teología desde el púlpito y cantando otra desde las bancas de la iglesia. Si los líderes de la iglesia no creen en la teología que hay detrás de Majestad (y un sinfín de otros cantos nacidos del campo carismático), deberían ser sabios en eliminar estos coros de sus programas musicales.

Pero, ¿Cuáles de los coros y cantos cristianos contemporáneos que enseñan verdades bíblicas? Mientras que seguramente pudieran tener lugar en nuestra adoración, su debilidad es que muy a menudo ofrecen alabanza a Dios pero con una mínima base bíblica. David Wells analizó 406 cantos contenidos en el Worship Songs of the Vineyard Maranatha! (Cantos de Adoración del Viñedo Maranatha) Y del Music Praise Chorus Book (Libro de Coros de Alabanza), junto con 662 himnos de un himnario tradicional: The Covenant Hymnal (El Himnario del Pacto), por su contenido doctrinal. Los cantos que simplemente mencionaban una verdad pero no daban detalles de esa verdad fueron considerados como faltos de contenido doctrinal en su estudio. Por ejemplo, un canto que repite de principio a fin que Jesús es Señor, pero nada más que eso, no puede ser contado entre aquellos con contenido teológico. Por el otro lado, el canto relativamente contemporáneo Meeknes and Majesty (Mansedumbre y Majestad) puede ser contado debido a su desarrollo de la encarnación. Este canto no simplemente dice que Jesús es Señor sino que comienza diciendo: “Mansedumbre y Majestad, humanidad y deidad, armonía perfecta, el Hombre que es Dios. Señor de la eternidad, mora en humanidad; se arrodilla en humildad lava nuestros pies”. Este es un ejemplo excelente de utilizar la música para enseñar teología sólida.

Usando el criterio de arriba, Wells afirma que 58.9 por ciento de los cantos de alabanza que él analizó, no ofrecen profundidad doctrinal o una explicación de la alabanza. Por contraste, entre los himnos clásicos “fue difícil encontrar himnos que no estuvieran basados y no desarrollaran algunos aspectos de doctrina”[vii].

Me parece que si estamos evaluando la música cristiana sobre la base de como nos ayuda en el proceso de que “la Palabra de Cristo more en abundancia en nosotros”, en oposición al como nos hace sentir o a su valor de entretenimiento, entonces esta música debe ser impregnada de verdad bíblica. Adicionalmente, si analizamos la música cristiana comparándola con los salmos, el himnario bíblico, llegamos a la misma conclusión. Los salmos no son una colección de simples temas cantados en forma repetitiva. Sino que, están totalmente llenos de elaboración doctrinal. Desarrollan maravillosamente los temas (en gran detalle). Esto es cierto de casi todo salmo, pero considere el salmo 36 por ejemplo. Aquí, el salmista David, contrasta los planes malvados del hombre perverso (vv.1-4) con la misericordia de Dios (vv. 5-12):

1 La iniquidad del impío me dice al corazón:

No hay temor de Dios delante de sus ojos.

2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,

De que su iniquidad no será hallada y aborrecida.

3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;

Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.

4 Medita maldad sobre su cama;

Está en camino no bueno,

El mal no aborrece.

5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,

Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.

6 Tu justicia es como los montes de Dios,

Tus juicios, abismo grande.

Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.

7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!

Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,

Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

9 Porque contigo está el manantial de la vida;

En tu luz veremos la luz.

Hoy en día podemos escribir y cantar un canto que simplemente repite la verdad de la misericordia de Dios. Hugh Mitchell ha escrito justo un coro que dice: “Tu misericordia es mejor que la vida, Tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán, por lo tanto te bendeciré, levantaré mis manos a Tu nombre”. Mientras que no hay nada malo en el pequeño coro de Mitchell, y es agradable para cantar, la riqueza y profundidad del salmo del cual es tomado es notable por contraste. El salmista escribe de la extensión múltiple no solo de la misericordia de Dios sino de su fidelidad, rectitud, y aun sus juicios. El desarrolla imágenes verbales de la seguridad, abundancia, deleites, vida y la luz encontrada en Dios: “No venga pie de soberbia contra mí, Y mano de impíos no me mueva. Allí cayeron los hacedores de iniquidad; Fueron derribados, y no podrán levantarse” (vv. 11-12). Que ejemplo maravilloso nos demuestran los salmos en relación al uso correcto de la música en nuestra adoración a Dios.

La Música Como Reprensión

La música cristiana es también para reprender, de acuerdo al Nuevo Testamento, la palabra griega para reprender es “advertir, aconsejar, corregir”. El papel correcto de la música de la iglesia es ir más allá de enseñar la aplicación de esa instrucción. La música debe señalar el peligro, nos llama la atención, y nos asesora en como tomar decisiones correctas. La mayoría de la música cristiana, los himnos o los coros, desafortunadamente están débiles en cuanto a esto, pero no el “himnario” del Antiguo Testamento –el libro de los salmos. Los salmos están cargados de este mismo tipo de amonestación. Toma por ejemplo el salmo 95. Los versos seis y siete nos llaman a adorar a un Dios digno:

6 Venid, adoremos y postrémonos;

Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.

7 Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.

Este llamado a adorar es inmediatamente seguido con una advertencia y amonestación:

…Si oyereis hoy su voz,

8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,

Como en el día de Masah en el desierto,

9 Donde me tentaron vuestros padres,

Me probaron, y vieron mis obras.

10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación,

Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,

Y no han conocido mis caminos.

11 Por tanto, juré en mi furor

Que no entrarían en mi reposo.

Quizás un retorno a una dieta constante de cantar los salmos (como aun se practica en algunos círculos), o al menos un examen cuidadoso de la utilización de la música en el Antiguo Testamento sería una movimiento sabio para aquellos que están interesados en permitir que la música cumpla su propósito bíblico. Es decir, podemos agregar rápidamente que los salmos, tan maravillosos como lo son, están limitados solo a la verdad del Antiguo testamento y no puedan proveer una dieta musical equilibrada para el santo del Nuevo Testamento.

Hablando de los salmos, es tiempo que notemos que Colosenses 3:16 nos dice que nos “enseñemos, y exhortemos unos a los otros con salmos, himnos cánticos espirituales”. He oído explicado esto en muchas maneras pero quizás la mas provechosa fue escuchar lo que la Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento) tituló los 150 salmos alternativamente como “salmos”, “himnos” y “cánticos espirituales”.[viii] Esto es una cuestión casi más allá del telón de fondo de la declaración de Pablo en Colosenses. Si es así, un estudio cuidadoso de cómo los Salmos enseñan y amonestan puede ser una tarea provechosa que los líderes de la música cristiana puedan hacer. Al menos el estudiante descubrirá que los salmos no solo se especializan en alabar a Dios sino en hacerlo en el contexto de la verdad en un mundo desordenado. Los salmos tratan con casi toda circunstancia concebible en la vida pero lo hace a través de los ojos de Dios y sus obras maravillosas. ¿Qué podría servirnos hoy como una mejor guía para nuestro ministerio en la música?

“Cualesquier amonestación que Pablo quiera dar a entender, aun una simple lectura indica que nuestra música de adoración debe tocar regularmente todo la subestructura de la doctrina cristiana”[ix]. Si esto es cierto, y creo que debe ser, entonces debemos examinar no solo lo que nuestra música dice (y enseña) sino también lo que no dice. Si los cantos que se tocan en la radio cristiana y en la iglesia guiada por el mercado son alguna indicación, parecería que el tema prominente en la música cristiana en el tiempo presente es que Dios un proveedor de “necesidades”. Si estamos solos, tristes, heridos, desilusionados o vacíos, venga a Jesús quien le confortará y arreglará lo que le hace daño. Dependiendo en como sea presentado, hay verdad en lo que estos cantos comunican. Cristo nos conforta y satisface nuestras necesidades reales, especialmente con respecto a la justicia. El nos llama al trono de la gracia para recibir misericordia y encontrar gracia para ayudarnos en tiempo de necesidad (Heb. 4:16).

No hay nada de malo con cantar de la mano ayudadora de Dios en tiempos de dolor y preocupación. Pero hay algo erróneo en hacerlo a expensas de otras doctrinas esenciales. Dios es más que un confortador. Las Escrituras enseñan más que un puñado de temas. Todo el consejo de Dios necesita ser explorado, no solo en nuestra predicación sino en nuestro cantar también. Algunos de estos temas no complacerán a las audiencias modernas pero tampoco a las antiguas. Cuando el autor de Hebreos quiso explicar el sacerdocio de Melquisedec de Cristo a sus lectores, el sabía que tenía un problema; habían hecho tardos para oír y no podían mas digerir teología sólida (Hebreos 5:11-14). Así que ¿Qué fue lo que hizo? Después de una larga amonestación (5:11-6:20), el prosiguió delante de todos modos (capítulos 7-10). Su audiencia seguramente tuvo que haber leído bastante un tratado sobre como Dios los haría sentir mejor sobre la vida y el significado de Melquisedec como un tipo bíblico de Cristo, pero lo que necesitaban era un entendimiento de Melquisedec –y eso fue lo que se les dio. Haremos bien exponer atención a este patrón.

¿Qué Debemos Hacer?

Si somos serios respecto a nuestra música cristiana sea mas que un espectáculo, hay numerosas cosas que podemos hacer, reconociendo claro, que probablemente estemos nadando en contra de las corrientes de las modas pasajeras del momento. Después de todo, muchos cristianos han escuchado numerosas horas de radio cristiana, han asistido a conciertos cristianos, han escuchado discos compactos grabados por artistas cristianos profesionales, y han venido a los servicios de la iglesia esperando que todo esto sea igualado el domingo por la mañana.

Primero, debemos evaluar toda la música que cantamos en nuestras iglesias. ¿Enseña teología sólida? ¿Nos amonesta a vivir correctamente? ¿Adora a Dios en verdad? ¿Ayuda en el proceso de que la Palabra more en abundancia? La última frase significa, por cierto, que mediante el estudio, la meditación y la aplicación de la Palabra, abundantemente se vuelva un hogar en nuestras vidas. Se convierta en parte de nosotros. ¿Facilita nuestra música este proceso? Payton sugiere que nos hagamos las siguientes preguntas cada domingo: “¿Hizo el ministerio de música que la Palabra de Cristo morara abundantemente en nosotros hoy? ¿Enseñamos y amonestamos unos a los otros con gratitud en nuestros corazones a Dios por la obra consumada de Cristo en la cruz?”[x] Esto sería un digno ejercicio.

Segundo, las iglesias deben recibir entrenamiento con respecto a toda esta área de entretenimiento. Los apetitos pueden ser desarrollados. No debemos rendirnos a la manera de pensar del mundo. El entretenimiento tiene su lugar, pero ese lugar no es el centro del escenario en la vida ya adoración de la iglesia de Cristo. El hecho de que las iglesias las cuales han dominado el arte del entretenimiento estén creciendo a pasos agigantados debe suscitar precaución extrema, y no la imitación, de aquellas que entienden las Escrituras.

Tercero, podemos estudiar con gran provecho los salmos para descubrir como la música debe ser usada para lograr su objetivo bíblicamente ordenado.

Cuarto, necesitamos enseñar a nuestros hijos buena música cristiana dentro del contexto de la iglesia. Tienen el resto de la semana para escuchar cualquier música que ellos o sus padres escojan, pero cuando vengan a adorar a Dios corporativamente debemos exponerlos a los salmos, himnos y cánticos espirituales, que los ayudarán a que la Palabra de Cristo more en abundancia en ellos. Puede ser que de inmediato les gusten las melodías o las letras, pero ¿Dónde más aprenderán este gran cuerpo de música si no es en las iglesias?

Una Consideración Final

La pasión y el emocionalismo son a menudo confundidas fácilmente en la iglesia moderna. La vida cristiana corre el amplio rango de emociones: gozo, paz, deleite, amor, pena, pesar, preocupación, etc. Nuestra fe no es solo una fe de la cabeza sino también del corazón. Como resultado es correcto y adecuado desear una experiencia espiritual. El problema es que muchos cristianos no pueden decir la diferencia entre el entusiasmo de Dios y la manipulación del momento. El entretenimiento puede parecer extrañamente como una adoración, la diversión puede enmascararse como gozo; la emoción carnal puede ser percibida como un encuentro divino.

Parte de nuestro enigma de hoy es que aparte de la revolución de amor libre (i.e., drogas, sexo) de los sesentas, ha empezado un deseo insaciable por la experiencia. La experiencia se ha montado en el trono y grita ordenes de hacer un electorado que ha perdido la paciencia en un mundo que no tiene sentido. Si no podemos entender la vida, si de hecho la vida no tiene sentido, al menos podemos divertirnos. Si se siente bien puede ser no correcto pero es mejor que nada.

Desafortunadamente esta actitud se ha deslizado dentro de la iglesia. Los cristianos también quieren una experiencia que los haga sentir bien. Así, dominado tiene este deseo de hacer que esa verdad se vaya al asiento trasero por un buen tiempo. En ningún lugar es esto más evidente que en nuestra música.

La reacción del cristiano preocupado es estar siempre consciente de que la Palabra, y no nuestra experiencia es nuestra autoridad. El verdadero deleite en Dios debe emerger de la verdad bíblica. Después, ha sido mencionado arriba, debemos echar un buen vistazo a los salmos para estudiar la clase de música que agrada a Dios y cumplir sus propósitos. Allí encontramos a los escritores absolutamente enamorados y excitados acerca de su Señor. Por ejemplo, Salmo 13:17-22 dice:

17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos;

18 Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

19 Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos.

20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, Obedeciendo a la voz de su precepto.

21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, Ministros suyos, que hacéis su voluntad.

22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, En todos los lugares de su señorío.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Aquí esta un hombre (David) hallando gran gozo en su Señor. El no esta envuelto en asuntos de interés secundario; él no esta tamboreando sentimientos; él no está batido en humor. El simplemente esta reflejando a su Dios y su corazón difícilmente puede contener lo que esta viendo. Esta es la experiencia espiritual que debemos implorar.


[i] Macarthur, The Coming Evangelical Crisis, pp. 182-183

[ii] Leonard Payton, “How Should We Then Sing?” en The Coming Evangelical Crisis, ed. John H. Armstrong (Chicago: Moody Press, 1996), p. 194.

[iii] Paul Anderson, “Balancing Form and Freedom”, Leadership 7, no.2 (verano 1996): 32.

[iv] Timothy Dudley, “Why Wesley Still Dominates Our Hymnbook”, p. 11, y William J. Reynolds, “Three Hymnals That Shaped Today’s Worship”, p.36, Christian History 10,, no. 3 (31)

[v] Ibid., pp. 20, 36.

[vi] Kenneth W. Osbeck, 101 Hymn Stories (Grand Rapids, Mich.: Kregel, 1982), pp. 35, 36.

[vii] Wells, Loosing Our Virtud, p. 44.

[viii] Payton, “How Shall We Then Sing?” p. 191.

[ix] Ibíd., p, 194.

[x] Ibíd., p. 203.

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