lunes, julio 06, 2009

¿Hacia Adentro, Hacia Arriba ó Hacia Fuera?

¿Hacia Adentro, Hacia Arriba ó Hacia Fuera?

Por John Macarthur

Lunes 6 de Julio de 2009

Tomado de Shepherds’ Fellowship Pulpit Magazine

Si el promedio de la congregación evangélica fuese encuestado sobre la finalidad principal de la iglesia, es probable que dieran diversas respuestas.

Varios propósitos, sin embargo, probablemente serían destacados.

Un gran número clasificaría al compañerismo en primer lugar, la oportunidad de asociarse e interactuar con otros cristianos que comparten las mismas creencias y valores. Ellos valoran altamente el hecho de que la iglesia ofrece actividades y programas para toda la familia y es un lugar donde se nutren las relaciones y se comparten y se proporciona inspiración a través de la predicación y la buena música. Un versículo preferido para tales miembros de la iglesia podría ser: “En esto conocerán que todos sois mis discípulos: si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

A un nivel quizás más arriba, algunos cristianos considerarían que la buena enseñanza bíblica es la función principal de la iglesia, exponer las Escrituras y el fortalecimiento de los creyentes en el conocimiento de Dios y la obediencia a la verdad revelada. El énfasis que se incluiría es ayudar a los creyentes a descubrir y a servir con sus dones espirituales en diversas formas de liderazgo y servicio. Al igual que el compañerismo, también es una función básica de la iglesia, porque Dios “…constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”( Ef. 4: 11-13).

Añadiendo un nivel más, algunos miembros considerarían el alabar a Dios como el fin supremo de la iglesia. Enfatizan a la iglesia como una comunidad que exalta al Señor en alabanza, adoración, imagen, y reverencia. La Alabanza es claramente un objetivo central del pueblo de Dios justo como ha sido siempre y será siempre una actividad central de los cielos, donde tanto santos como ángeles eternamente cantan alabanzas a Dios. “los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apoc. 4: 10-11; cf. 5:8-14).

Todos estos énfasis son completamente bíblicos y deben caracterizar a cada cuerpo de creyentes. Pero ni por separado ni juntos hacen que representen el objetivo central y la misión de la iglesia en el mundo. El propósito y el motivo supremo de toda persona creyente y cada cuerpo de creyentes es glorificar a Dios, y el modo supremo en el que Dios escogió para glorificarse a Sí mismo fue a través de la redención de hombres pecadores. Es a través de la participación en ese plan de redención que los creyentes mismos glorifican mayormente a Dios.

Nada glorifica tanto a Dios como Su gracia redentora de condenados, pecadores destinados al infierno. Es por esa finalidad última que Dios llamó a Abraham, para que en él “fuesen benditas todas las familias de la tierra” (Gen. 12:3). Nunca fue la intención del Señor de aislar a Israel como su único foco de preocupación sino para utilizar a esa nación especialmente elegida y bendecida para alcanzar a todas las demás naciones del mundo para Sí mismo. Israel fue llamado a “proclamad de día en día Su salvación” y “cantad entre las gentes su gloria, Y en todos los pueblos sus maravillas.” (1 Cron. 16:23-24; cf. Sal 18:49). Al igual que su Mesías, Israel debía ser “luz de las naciones, para que seas mi salvación [del Señor] hasta lo postrero de la tierra” (Isaías 49,6; cf. 42: 10-12, 66:19; Jonás 3:1-10).

Asimismo, la gran misión de la iglesia es a fin de amar, aprender, y vivir así como para llamar a los hombres y a las mujeres a Jesucristo. Como ser perdonados los pecadores y son transformados de muerte a vida y de oscuridad a la luz, Dios es glorificado a través de este milagro de gracia. La gloria de Dios se manifiesta en su provisión amorosa de redimir a los hombres perdidos. Él pagó el precio máximo para cumplir con su gloria.

Si Dios es el objetivo principal para los salvados es el compañerismo de amor, Él se llevaría los creyentes inmediatamente al cielo, donde el compañerismo espiritual es perfecto, libre de pecado, de discordia, o de soledad. Si su objetivo principal para los salvados fuera el aprendizaje de Su Palabra, Él también se llevaría de inmediato a los creyentes al cielo, donde su palabra es perfectamente conocida y comprendida. Y si el objetivo principal de Dios para los salvados fuera para darle alabanza, Él, de nuevo, tomaría a los creyentes inmediatamente hacia el cielo, donde la alabanza es perfecta y sin fin.

Sólo hay una razón por la que el Señor permite que su iglesia permanezca en la tierra: buscar y salvar a los perdidos, así como la única razón que tuvo Cristo para venir a la tierra fue buscar y salvar a los perdidos. “Como el Padre me ha enviado”, declaró, “yo también os envío” (Juan 20:21). Por lo tanto, los creyentes que no están comprometidos con ganar a los perdidos para Jesucristo deben reexaminar su relación con el Señor y sin duda su razón de existir.

El compañerismo, la enseñanza, la alabanza no son la misión de la iglesia sino que son la preparación de la iglesia para cumplir su misión de ganar a los perdidos. Y así como en el atletismo, la formación nunca debe confundirse con o ser sustituida por la realidad de la competencia en el juego, que es la razón de toda la formación recibida.

(Adaptado de El Comentario MacArthur del Nuevo Testamento, Mateo 24-28, pp. 330-33)

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