jueves, enero 14, 2010

Cómo Entrar En El Juego

Cómo Entrar En El Juego

Textos seleccionados

John MacArthur

Cuando jugaba fútbol americano universitario, mis entrenadores constantemente preparando a nuestro equipo con la advertencia: “¡Juega tu posición!” Tuvieron que repetirlo muchas veces porque cuando veíamos que el juego se desarrollaba hacia otro lugar en el campo, éramos tentados a lanzarnos y tratar de taclear al tipo con el balón. En ese momento el juego cambia de dirección al punto donde acabábamos de dejar.

Uno de nuestros mejores jugadores era muy agresivo y con frecuencia se desviaba lejos de su posición. He was all over the field tackling people, and invariably the wrong ones. Se iba por todo el campo tacleando gente, e invariablemente a las personas equivocadas. Por último, se iba a la banca. Aunque era un buen atleta, resultó ser inútil para el equipo porque no se adhería a su posición.

Ya que todos tienden a cometer el mismo error, el entrenador nos llevaría de vuelta a los vestuarios para dibujar las jugadas en un pizarrón. El primero pondría a la vista la posición de todos, y entonces él explicaría la forma en que correrían los jugadores. Hay un paralelo de eso a la experiencia cristiana. Dios le ha puesto en Su equipo y le ha dado tanto los recursos como la obligación de “jugar” su posición en el Cuerpo de Cristo. Él le ha dado dones espirituales para llevar a cabo su tarea.

Su primera obligación como cristiano es aprender acerca de su posición en el Cuerpo de Cristo. Tiene que estudiar la pizarra, por así decirlo, y ver dónde está parado; ver quién está a cada lado suyo, quien está detrás de usted, quien está en frente de usted. Lamentablemente, muchos cristianos no saben cómo vivir, en parte porque no sabemos su posición. Quiero dirigirlo a su posición en la pizarra espiritual para que pueda ser un jugador eficaz en el juego.

Básicamente, el don de Dios de la salvación en Cristo trae al creyente a una posición de justicia. Dios imputa la justicia perfecta de Su Hijo al creyente, y así lo declara justo posicionalmente. Pero, como usted sabe muy bien, los creyentes aún tienen pecado en sus vidas - los cristianos no son justos, prácticamente, el 100 por ciento del tiempo. Sin embargo, es sobre la base de nuestra posición de justicia, que se nos exhorta a luchar por la justicia práctica en nuestra vida diaria.

Si usted pudiera hacer su lucha personal con el pecado a un lado por un momento, quiero que considere lo que la Biblia dice acerca de su posición en Cristo. Como cristiano, usted está: espiritualmente vivo para Dios, muerto al pecado, perdonado, declarado justo, es hijo de Dios, es posesión de Dios, también heredero de Dios, bendecido con toda bendición espiritual, es un ciudadano del cielo, un siervo de Dios, libre de la Ley, crucificado para el mundo, es luz en el mundo, victorioso sobre Satanás, limpio de pecado, declarado santo y sin mancha, puesto en libertad en Cristo del poder del pecado, seguro en Cristo, se le ha dado paz y descanso, y es dirigido por el Espíritu Santo.

Probablemente usted está pensando, “La Biblia puede decir todo eso, pero estoy seguro de que no siempre estoy a la altura de esas descripciones”. Es por eso que en el Nuevo Testamento, para cada una de esas declaraciones acerca de su posición, existe una práctica correspondiente que usted debe seguir. Por ejemplo, el Nuevo Testamento dice que:

  • Puesto que usted está vivo espiritualmente para Dios, viva de acuerdo con esa nueva vida.
  • Puesto que hemos muerto al pecado, no dé ningún lugar al pecado en su vida.
  • Puesto que usted está perdonado, cuente con eso y no vaya tras una vida con sentimiento de culpabilidad.
  • Dado que ha sido declarado justo, viva con rectitud.
  • Puesto que usted es un hijo de Dios, actúe como uno de los hijos de Dios.
  • Dado que usted es posesión de Dios, ríndase a Él en humilde sumisión.

Estoy convencido de que si usted honestamente estudia su posición en Cristo, su vida va a cambiar. Usted entenderá que el fracaso en algún aspecto de la vida cristiana no significa que usted pierda su posición. La posición de un verdadero cristiano se ha resuelto para siempre - es inmutable y permanente. Y por otro lado, así como el obstáculo no va a cambiar su posición para mal, el crecimiento no se sumará a ello para un mejor bien. El favor de Dios no depende de sus obras. Dios “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).

Posicionalmente, no se puede aumentar o disminuir en el favor de Dios. Como cristiano auténtico, nada de lo que haga, o deje de hacer, puede cambiar en el menor grado su posición perfecta delante de Dios – “y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:10).

Gracias a Dios, esa integridad no significa que cuando usted entiende su posición usted permanecerá como está - No, usted verá cambios en su vida. El Nuevo Testamento enfatiza continuamente su identidad como creyente, e le insta a comprender y aplicar sus recursos espirituales. A medida que continúe  madurando en Cristo, no sólo llegará a un mayor entendimiento de lo que es, sino que también dependerá más consistentemente en sus recursos - aquellos que se le han concedido como resultado de su posición en Cristo - para manejar los aspectos prácticos de la vida cristiana. Esa es la idea central de la apelación de Pablo en Efesios 4:1: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”.

Así que ¿Y usted, cristiano - Conoce su posición? Si no es así, vuelva a los vestuarios y al estudio de la pizarra - la Biblia - y descubrirá de nuevo el gozo de quien es usted en Cristo. Si es así, entre en el juego, el juego de su posición, y vuélvase en la práctica lo que ya es en posición.


Disponible en línea en: http://www.gty.org/Resources/Articles/A179
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