miércoles, marzo 10, 2010

Preguntas Sobre la Toma de Decisiones - La buena, la mala y la fea

Preguntas Sobre la Toma de Decisiones - La buena, la mala y la fea

Por Dave Swavely

Aun más importante que las cosas que dices son las preguntas que te haces. Si usted comienza con las preguntas correctas, es más probable que encuentre las respuestas correctas. Pero si empieza con las preguntas equivocadas, se habrá perdido desde el principio. Así que quiero sugerir algunas buenas preguntas para hacerse usted mismo cuando se enfrente a una decisión difícil, y algunos de las malas preguntas que hay que evitar, ya que le llevarán por mal camino. La “fea” a la que se refiere el título de este artículo se refiere a la reacción que algunos de ustedes tendrán a mis sugerencias, ¡sobre todo cuando mi lista de preguntas malas son los que se hace con frecuencia usted mismo! Tengo suficiente espacio en este artículo para ofender, y no basta para explicar mis ideas a fondo. Escribí un libro llamado Decisions, Decisions [Decisiones, Decisiones (P & R, 2003)] para ese fin, y si este breve resumen les interesa, y usted es capaz de mantener una mente abierta, entonces espero que usted explore este tema más a fondo conmigo mediante la lectura del libro. Pero por ahora, puede empezar con las preguntas menos polémicas-las preguntas buenas.

Pregunta Buena # 1 – “¿Qué dice la Biblia?”

Esta primera pregunta es, sin duda la más importante. Hacerla es preguntar que es lo que Dios tiene que decir acerca de una decisión en particular, que usted enfrenta, ya que la Biblia contiene las mismas palabras de Dios (2 Tim. 3:16, 2 Ped. 1:20 -21). Es la Palabra de Dios a la humanidad, y uno de sus muchos propósitos es servir como un manual para la toma de decisiones. Salmo 119:05 dice: “Lámpara es a mis pies Tu Palabra y lumbrera a mi camino”, y las Escrituras a menudo se refieren a sí mismas como “la ley” de Dios. Esa palabra hebrea (Torah) ¨”viene de una figura que significa ´señalar con los dedos´ con el fin de indicar el camino. Eso lo dice todo: la Escritura es el instrumento de Dios para orientación.” [1]

¿Ha pensado alguna vez acerca de por qué Dios se ha revelado principalmente a través de la palabra escrita, cuando podía haber utilizado otros medios (y los tiene a veces)? Yo diría que Dios nos dio un libro, porque El sabe que nuestra tendencia en la toma de decisiones es llegar a ser demasiado subjetivos en nuestro enfoque (basándose en los sentimientos personales que pueden inducir al error). En cambio, Él quiere que tengamos una perspectiva más objetiva, basada en la verdad eterna que se encuentra fuera de nosotros mismos. Y la palabra escrita nos ayuda a hacer eso.

Cuando se hace esta pregunta: “¿Qué dice la Biblia?” recuerde basar su decisión en lo que realmente dice y no simplemente en lo que usted quiere que diga. Escuché una historia reciente de una mujer que estaba tratando de decidir si ella debía quedarse con su marido, o dejarlo para continuar una relación con un compañero de trabajo. Abrió la Biblia, Efesios 4:24, que dice: “vestíos del hombre nuevo”, ¡y pensó que había encontrado la respuesta! Pero por supuesto ella estaba interpretando las Escrituras erróneamente –ella debería haber leído los versículos alrededor de ese para determinar su significado. Como digo a menudo a mi congregación a medida que estudiamos juntos la Palabra, ¡el principio más importante de la primera interpretación es el contexto, la segunda más importante es el contexto, y la tercera es el contexto!

Pregunta Buena # 2 - ¿Cuál es la mejor elección?

Lo que la Biblia diga acerca de cualquier elección es siempre la cuestión más importante, pero recuerde que la Biblia aparte de ser un manual es un guión. En otras palabras, Dios no habla directamente para cada decisión que nos enfrentamos, en muchos de ellas nos da la libertad de elegir entre varias opciones, todo lo cual puede ser aceptable para El. Pero a pesar de que no necesitamos preocuparnos de ofender a Dios cuando El no ha hablado sobre un tema en particular, si tenemos la sabiduría para elegir lo mas apropiado. Puede haber ramificaciones de la decisión que podría hacer la vida más fácil o más difícil para nosotros en el futuro.

Cuando la Biblia habla de la sabiduría, se refiere al conocimiento de las Escrituras y la capacidad de aplicar ese conocimiento sobre nuestra vida. Así que la sabiduría fluye del conocimiento, pero no termina allí, es también una habilidad. Y es una habilidad que nos permite tomar buenas decisiones, incluso en zonas en donde la Biblia no se ocupa. Lea la historia de Salomón en 1 Reyes 3:12-28, y observe cómo se ilustra esta definición de la sabiduría. A Salomón le fue dado el don de una gran sabiduría, y lo demostró inmediatamente en el manejo de una disputa entre dos mujeres que estaban de acuerdo que uno de sus hijos había muerto durante la noche, pero ambas querían al que estaba vivo. Salomón dijo a sus soldados que cortaran al bebé por la mitad, y que se dividiera entre las mujeres. Luego observó sus reacciones, y se hizo evidente cuál era la verdadera madre.

Dios le dijo a Salomón en Su Palabra que debería ejercer la justicia y juzgar a la gente justamente, pero la Biblia no le dijo a Salomón exactamente cómo hacerlo en cada situación. No había ningún pasaje de la ley que dijera: “Esto es lo que debes hacer Si una prostituta llega ante ti pidiendo que su bebé fuese lastimado”, ¡mucho menos que dos de ellas afirmaran lo mismo! La ley de Dios ha revelado mucho sobre la naturaleza de los hombres y mujeres, sin embargo, y basándose en esa verdad, Salomón usó su sabiduría para cumplir con el mandato bíblico de hacer justicia en una forma muy eficaz, económica e inteligente. Salomón era tan sabio que su aplicación de los principios bíblicos le tomaba sólo unos minutos, ahorrándose un valioso tiempo del Tribunal y dinero de los contribuyentes. Con muy poca información o deliberación, llegaba al corazón del asunto (y ni siquiera tener que cortar al bebé por la mitad, para gran alivio de la mamá!).

Al estudiar y practicar la Palabra de Dios, usted puede llegar a ser tan sabio como Salomón. Usted tiene el Antiguo Testamento que el estudió (y más de ellos), tiene su sabiduría por escrito en los Proverbios y Eclesiastés, y usted tiene la revelación de Su creador, de Jesucristo, en el Nuevo Testamento. Al leer e interpretar fielmente la Biblia, y al orar con fe para que Dios le de sabiduría (Santiago 1:5-6), entonces Dios será fiel a Su promesa de proporcionarle la sabiduría que necesita para tomar buenas decisiones. Pero hay que buscar la sabiduría, no sólo “caerá en su regazo”, como lo hizo con Salomón. Él lo sabía, y por eso hizo un llamamiento a sus hijos, y a todos nosotros, en Proverbios 2:1-6:

1 Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, 2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, 3 Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; 4 Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, 5 Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. 6 Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

Pregunta Mala # 1 – “¿Qué es lo que Dios está tratando de decirme?”

Sé que casi todos los cristianos en el mundo ha pensado y dicho esto muchas veces, pero creo que es una mala pregunta, porque refleja un malentendido de cómo Dios conduce, guía y nos habla. En primer lugar, la idea de que Dios está “tratando” de decirnos algo no encaja con los ejemplos bíblicos donde Dios habla, porque lo que estaba diciendo era siempre muy claro a la persona que recibía la revelación. Por ejemplo, cuando Dios le dijo a Abraham que sacrificara a Isaac, no había duda acerca de lo que Dios le había mandado a hacer. La única lucha que enfrentaba Abraham era si iba a obedecer el mandato. Así que la idea de preguntarse lo que Dios puede estar diciendo, ni siquiera tiene ningún precedente en las Escrituras.

Pero yo diría que hay un problema más profundo con esta cuestión –insinúa que Dios está hablando hoy de otras maneras diferentes que a través de Su Palabra. La pregunta anterior sería mejor hacer diciendo: “¿Qué es lo que Dios me dice en las Escrituras?” –puesto que entonces la leeríamos, la estudiaríamos y la interpretaríamos para escuchar lo que nos está diciendo. Pero normalmente queremos decir algo más cuando nos hacemos esa pregunta. Estamos buscando una Palabra de Dios que es más personal y específica que la Biblia, creemos que El trata de hablarnos a través de voces, visiones, sentimientos, impulsos internos y otras experiencias subjetivas. No creo, sin embargo, que nunca deberíamos referirnos a tales fenómenos como Dios “nos habla”, “hablándonos”, o “revelándonos”, porque Dios está haciendo las cosas ahora a través de Su Palabra, y a través de Su Palabra exclusivamente.

Durante los primeros tiempos, evidentemente, Dios dio revelación directa y personal a través de voces y visiones inconfundibles, o por otros medios. Lo hizo muchas veces a personajes del Antiguo Testamento, como Abraham, Moisés, Samuel, Elías, Isaías, Ezequiel y Daniel . También lo hizo a los Apóstoles del Nuevo Testamento y otros en la iglesia primitiva. Pero hay una gran diferencia entre los creyentes antiguos y nosotros, y esa diferencia es la Biblia. No tenían la revelación completa y escrita de Dios como nosotros la tenemos. Dios seguía revelando su verdad a las personas, o para decirlo de otra manera, la revelación estaba todavía en curso. Sin embargo, desde la finalización del canon de las Escrituras, Dios no ha revelado Su verdad a nosotros totalmente. Lo que Él quiere que sepamos, y lo que necesitamos saber para nuestra vida aquí en la tierra, puede ser encontrado en su forma completa en las páginas de la Biblia.

La misma Biblia enseña el carácter temporal de la revelación directa. En mi libro trato con numerosos pasajes, pero aquí permítame mencionar sólo uno que creo que debe ser “redescubierto” como una prueba para el cese de la revelación. En 1 Corintios 13:8-10, mientras que Pablo es aumenta en intensidad acerca de la primacía del amor en uno de los pasajes más famosos de la Biblia, también dice algunas cosas interesantes acerca de la revelación divina:

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Creo que la clave para entender este pasaje se encuentra en el hecho de que la profecía, las lenguas y el conocimiento son todos dones de revelación. Primera Corintios 14 deja claro que la profecía y las lenguas eran medios por los que Dios habló palabras específicas a la iglesia primitiva (vs. 14-19, 30), y el término “conocimiento” se utiliza en 1 Corintios 12:8-10 en una lista de los “dones de señales” sobrenaturales, que incluyen las lenguas y la profecía. Sabemos que la palabra “conocimiento” no puede ser utilizada aquí en el sentido más básico de conocer los hechos, debido a que la capacidad se “acabará.”

Según Pablo, sin embargo, este conocimiento de revelación desaparecería, al igual que la profecía y las lenguas. Y dice que estos dones llegarán a su fin cuando venga la revelación completa. (La palabra griega traducida como “perfecto” es Telion, que a menudo significa “completo”, en lugar de parcial.) Algunos comentaristas han sugerido que lo “perfecto” o “completo” es el estado eterno, pero parece más probable que sea una referencia al canon de las Escrituras completado.[2] Pablo sabía que cuando se completara la Biblia, no habría necesidad de más revelación, y por lo tanto no habría necesidad de los dones de revelación.

Pregunta Mala # 2 – “¿Es esto una señal de Dios?”

Tratar de discernir la voluntad de Dios de las circunstancias es una manera ene que los cristianos buscan que Dios les “hable”, así que basarse en ese recuento debe ser rechazado como medio de orientación. Pero pensar de los acontecimientos que suceden en nuestras vidas como “señales de Dios” también sufre del problema de una subjetividad extrema. Tales supuestas señales son como pruebas de manchas de tinta, que nos dicen más acerca del observador que de los manchones de tinta mismos. Como escribe Garry Friesen:

La única vez que las circunstancias pueden “leerse” es cuando una interpretación divina es hecha sobre ellas por revelación sobrenatural. Aparte de tal revelación, las circunstancias pueden tomarse para significar casi cualquier cosa. Apenas escuche esta discusión imaginaria, pero creíble sobre el “mensaje” de Dios que estaba tratando de transmitir cuando un rayo cayó sobre la torre de una iglesia.

“Dios nos está diciendo que nos reubiquemos en los suburbios.”

“Oh, no, creo que es bastante obvio que está diciendo ‘no’ a nuestros planes de expansión”.

“Tal vez el Señor nos está diciendo que hay pecado frenando la obra en nuestra iglesia.” 3

En este sentido, tenga cuidado acerca de la visualización de “puertas abiertas y puertas cerradas”, como una indicación de la dirección de Dios en una situación particular. En 2 Corintios 2:12-13, el apóstol dice que tenía una puerta abierta para el ministerio en Troas, ¡pero en lugar de eso, él decidió ir a Macedonia! En otras palabras, sólo porque la puerta está abierta no significa que usted debe caminar a través de ella. Y aun cuando una puerta que parece estar cerrada a primera vista, a veces, se abrirá si se empuja un poco más sobre ella. El punto es que se debe evaluar el caso sobre la base de la Palabra y la sabiduría, y no mirarlos como señales autoritativas de Dios.

Una adaptación de una historia algo fantasiosa y muy hipotética contada por Haddon Robinson nos dará una conclusión apropiada:

Supongamos que debido a las constantes oraciones de Su pueblo buscando revelación (“¡Señor, háblanos!” ¡Danos una señal!”), de alguna manera Jesús es persuadido para descender desde el cielo pareciendo brevemente antes de su segunda venida (¡la cual entonces tendría que ser su tercera venida!). El está de acuerdo en hacer una breve aparición en un lugar determinado en un momento determinado, y todos los rincones de la prensa inician una loca carrera para llevar sus cámaras allí, porque cuando aparezca Jesús, Él ha prometido que le dirá a todo el mundo exactamente lo que Dios quiere que sepamos y que hagamos en los albores del tercer milenio.

Mientras la multitud grita de asombro, y el zumbido de las cámaras, Jesús se acerca al micrófono y sostiene una Biblia.

“Ya le he dicho,” El dice. “Les he dado Mi Palabra, que contiene todo lo que necesitan saber de la fe, la piedad, y la orientación. También he dado mi Espíritu para ayudarles a entender la Palabra y aplicarla con sabiduría en sus vidas. Si ustedes quieren hacer lo que quiero que ustedes hagan en cada decisión de su vida, estudien este libro y vivan sus principios por el poder del Espíritu.” Luego desaparece.

Esperemos que nunca necesite de ese recordatorio, porque siempre estará buscando su orientación desde el interior de la Biblia en lugar de fuera de ella.

Traducido con permiso por Armando Valdez

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