sábado, noviembre 26, 2011

En el Principio

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En el Principio

Por RC Sproul

Cuando el Génesis habla de un principio, se refiere a la aparición del universo en el tiempo y el espacio. No es postular un principio de Dios, sino más bien el comienzo de la obra creadora de Dios. Una de las preguntas más enigmáticas de la filosofía y la teología se refiere a la naturaleza del tiempo. ¿Fue el universo creado en el tiempo, o fue creado junto con el tiempo? ¿Existió el tiempo antes de la creación, o vino a existir con la creación? La mayoría de los teólogos clásicos afirman que el tiempo se relaciona con la creación. Es decir, antes de que la materia fue creada, el tiempo, al menos como lo conocemos, no existía. El cómo se acerca uno a esta cuestión del origen del tiempo está por lo general ligada a cómo se entiende la naturaleza del tiempo. Algunos consideran el tiempo no como una realidad objetiva sino como una categoría o construcción de la mente.

Sin embargo concebimos el tiempo, estaremos de acuerdo que el modo ordinario con el que medimos el tiempo requiere una relación entre la materia y el movimiento. Un simple reloj utiliza las manecillas que se mueven alrededor de la cara de un reloj. Medimos el tiempo por el movimiento de esas manecillas. O podemos utilizar un reloj de arena, que mide el paso de la arena a través de una abertura estrecha en la copa. Las medidas de tiempo de reloj de sol por el movimiento de una sombra. Hay muchos dispositivos para medir el tiempo, pero en definitiva todos se basan en algún tipo de movimiento en relación con algún tipo de materia.

Si no hay materia, no podemos medir el movimiento. Si no podemos medir el movimiento, no podemos medir el tiempo. Sin embargo, sólo porque no podemos medir el tiempo sin materia no significa que sin materia el tiempo no existe. Génesis se ha limitado a afirmar que el universo tuvo un principio. Que no declara explícitamente que el tiempo comenzó con el universo. Este concepto se deriva a través de la filosofía especulativa. Las preocupaciones filosóficas suelen estar vinculadas a la comprensión más amplia de la naturaleza de Dios. Sobre todo cuando declaramos con las Escrituras que Dios es eterno, surge la cuestión de Su relación con el tiempo. ¿Significa Su eternidad que esté de alguna manera fuera del tiempo, que Él es eterno? ¿O es que Su eternidad significa que Él existe en una dimensión sin fin de tiempo?

Sin embargo, respondemos a esta pregunta, llegamos a la conclusión de que Dios mismo nunca tuvo un principio. Que existe infinitamente con respecto al espacio y eternamente con respecto al tiempo. Su existencia no tiene ni punto de partida ni un punto final. Las dimensiones de Su existencia son desde la eternidad hasta la eternidad. Esto significa que Él siempre ha existido y siempre lo existirá.

En el Principio Dios

Aunque el mismo Dios no tuvo principio, sin embargo, El ya estaba allí desde el principio. Él es anterior a la creación. Cuando afirmamos que Dios es eterno, también estamos diciendo que Él posee el atributo de la aseidad, o auto-existencia. Esto significa que Dios ha existido eternamente de Sí mismo y en Sí mismo. Él no es un ser contingente. Él no se deriva de alguna otra fuente. No depende de ningún poder fuera de sí mismo para existir. No tiene padre ni madre. Él no es un efecto de una causa antecedente. En una palabra, no es una criatura. Ninguna criatura tiene el poder de existir en sí mismo. Todas las criaturas son contingentes, derivadas y dependientes. Esta es la esencia del ser creado.

En el principio Creó Dios

Los pensadores hostiles al teísmo han buscado todos los medios imaginables para proporcionar una alternativa racional a la idea de una deidad de eterna auto-existencia. Algunos han abogado por un universo eterno, aunque con gran dificultad. Por lo general, el inicio temporal del universo, se concede con la renuencia a asignar la causa a un auto-existente, ser eterno. La alternativa habitual es una especie de auto-creación, que, en cualquier forma que adopte, se refugia en la irracionalidad y el absurdo. Afirmar la auto-creación de cualquier cosa es dar un salto en el abismo del absurdo, porque para algo que exista por si mismo, tendría que existir antes de que existiera para hacer el trabajo. Tendría que existir y no existir al mismo tiempo y en la misma relación. Algunos hablan de auto-creación, en términos de la generación espontánea, que es sólo otro nombre para la auto-creación. Esto implicaría el caso lógicamente imposible de algo que viene de la nada. Si alguna vez hubo un momento en que nada existía, todo lo que podría ser ahora no es nada. Incluso esta afirmación es problemática porque no puede haber nunca nada, si nada hubiera existido, entonces sería algo y no nada.

La comprensión de la eternidad de Dios es importante porque sin una comprensión de este atributo, nuestra comprensión del amor de Dios será pobre. Esto es así porque el amor de Dios debe ser entendido como un amor eterno. Así como Él es desde la eternidad hasta la eternidad, así Su amor es desde la eternidad hasta la eternidad. El Suyo no es un amor voluble que encera caliente y frío con en el tiempo. Su amor tiene una constancia de ello que trasciende todas las formas humanas del amor. Así como los seres humanos a menudo se enamoran, ellos también a menudo caen en desamor. Este no es el caso con el amor de Dios.

Si el amor de Dios es eterno, debemos preguntarnos ¿a quién o qué amó Dios por toda la eternidad? ¿Cuál era el objeto de ese amor? En el primer caso vemos que el amor eterno de Dios tenía a El mismo tanto como el sujeto y el objeto de Su amor. Como sujeto, Dios hizo el amor. Sin embargo, al mismo tiempo El fue el objeto de Su amor. A pesar de este amor era una especie de amor propio, no era un amor egoísta.


Tomado de Loved By God.

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