miércoles, septiembre 12, 2012

¿Cuándo Deben Ser Bautizados Mis Hijos?

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¿Cuándo Deben Ser Bautizados Mis Hijos?

Por Tim Challies

Todo padre cristiano anhela que sus hijos confíen en Cristo y hagan pública esta profesión. En las iglesias bautistas tal profesión se hace pública por medio del bautismo. Uno de los debates en curso entre los bautistas se refiere a la edad en que los niños pueden o deben ser bautizados. Muchos niños que crecen en un hogar cristiano, tal vez incluso la mayoría de ellos, profesan la fe a una edad temprana. Muchos padres entonces preguntan, ¿Mi hijo debe ser bautizado inmediatamente? Aquí está mi intento de responder a esta pregunta.

Definición de Bautismo

El bautismo es una ordenanza de Dios dada a la iglesia del Nuevo Testamento. Simboliza que el destinatario ha sido sepultado y resucitado con Cristo, y sirve como profesión pública de fe y la admisión en la comunidad de la iglesia local. Precede a tano la membresía y al participar de la Cena del Señor, y como tal, es la puerta de entrada a la plena participación en la vida de la iglesia.

Tres Premisas

Aquí hay tres premisas relacionadas con la edad del bautismo.

Premisa # 1 - Los que hacen una profesión creíble de fe han de ser bautizados.

Sin excepción, el patrón de bautismo del Nuevo Testamento, es que sigue una profesión creíble de fe (ver Hechos 8:12, Hechos 9:36, Hechos 16:29-34). ¿Qué hace creíble a una profesión de fe? Yo veo que la credibilidad se mostrará en el conocimiento y la madurez.

Conocimiento. Para que la profesión de fe, de una persona sea creíble, debe mostrar al menos un conocimiento básico del evangelio y del significado del bautismo. El bautismo no es un rito realizado sobre una persona, sino una ordenanza en la que él es un pleno participante. Por tanto, el que es bautizado debe tener un conocimiento de lo que se está haciendo y por qué.

Madurez. Madurez se manifiesta en la autonomía y en considerar el costo. La persona madura es autónoma en que él tiene la capacidad de tomar decisiones independientes. Él es también uno que cuenta el costo, que ha visto algo de lo que una decisión puede costarle en términos de relación, prestigio o sufrimiento, y aún así desea continuar.

Premisa # 2 - Los niños pueden, y, a menudo lo hacen, convertirse en creyentes a una edad temprana.

Debemos tener cuidado de no comunicarles a los niños que ellos son demasiado jóvenes para entender el evangelio o responder a el. Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí.” Dios nos llama a compartir el evangelio con nuestros hijos y llamarlos al arrepentimiento y la fe. Dios en su gracia permite a muchos niños venir a una fe salvadora, incluso a una edad muy temprana. Por esta razón, cada miembro de una iglesia debe estar activo en compartir el Evangelio con cada niño de esa iglesia, pidiéndoles que respondan a el y confíen en que Dios obra en los corazones de los niños pequeños.

Premisa # 3 - Este es un asunto de sabiduría y conciencia.

El Nuevo Testamento no contiene ningún ejemplo claro de un niño recibiendo el bautismo, ni tampoco contiene un claro ejemplo de un niño que se niegue al bautismo. En ausencia de mandamientos claros, los líderes de cada iglesia con oración deben ejercer la caridad y la sabiduría en su intento de determinar si es o no van a practicar el bautizar a los niños que profesan la fe.

La Edad del Bautismo

Con estas premisas en mente, creo que hay sabiduría en esperar hasta que los niños sean mayores antes de bautizarlos. Mi razonamiento se basa principalmente en la segunda prueba de la credibilidad: la madurez.

En alguna etapa, los niños son demasiado jóvenes para hacer una profesión creíble de fe.

Imagine que estás escuchando mientras que un padre tiene una conversación con su hijo de dos años de edad:

Papá: “¿Amas a Jesús, Johnny?”
Hijo: “Apá!” (Esa es su forma de decir “sí”).
Papá: “¿Confías en él con todo su corazón?”
Hijo: “Apá!”
Papá: “¿Crees que tus pecados te hacen malo?”
Hijo: “¡Apá!”
Papá: “¿Le entregas a Jesús su vida?”
Hijo: “¡Apá!”

¿Es posible que Dios haya salvado a ese chico? ¡Por supuesto! ¿Podemos tener algún grado de certeza que se trata de una conversión genuina? No, no podemos. La edad del niño pone en duda su capacidad para entender y responder al evangelio. Sus habilidades cognitivas y su conciencia de sí mismo aún no se han desarrollado hasta el punto en el que podemos estar seguros de que él pueda comprender qué es lo que está aceptando. No es improbable que el mismo niño podría haber contestado “Sí” cuando se le preguntó si la cigüeña trae a los bebés y si Papá Noel reparte regalos.

Utilizo este ejemplo para mostrar lo que todos los cristianos afirman: Hay evidentemente una edad en que un niño es demasiado joven para hacer una profesión creíble de fe. A pesar de que el niño puede ser verdaderamente salvo, carece de madurez, autonomía y la capacidad de contar el costo lo que nos dará la confianza de que su profesión es creíble. Por lo tanto, sería imprudente de nosotros que lo bautizáramos hasta que podamos establecer la validez de su profesión. La pregunta es: ¿Cuándo un niño a alcanzará ese nivel de madurez?

Es prudente esperar a bautizar a un niño hasta que ha alcanzado un cierto nivel de madurez.

Yo creo que una persona debe ser bautizada cuando la credibilidad de su conversión se haga naturalmente evidente para la comunidad de la iglesia. Esto se producirá cuando el niño haya comenzado a madurar hacia la edad adulta y está empezando a vivir más conscientemente como individuo. En este momento él es capaz de entender que habrá un costo para ser cristiano, es capaz de anticiparse a esto y tenerlo por sumo gozo. En este momento se está desarrollando la autonomía. En el proceso de dejar atrás su dependencia de niño a sus padres, comienza a tomar más y más sus propias decisiones. Esta independencia y madurez le permite relacionarse con la iglesia directamente y como un individuo en vez de ser principalmente bajo la autoridad de sus padres. Yo creo que esos criterios corresponden típicamente a los años de adolescencia, y más típicamente, a mediados y finales de la adolescencia.

Retrasar el bautismo no significa que debamos considerar las conversiones ó bautismos de infantes como válidos.

Aunque creo que lo mejor es retrasar el bautismo hasta que el conocimiento y la madurez de un niño ofrezcan pruebas sustanciales de verdadera conversión, esto de ninguna manera niega la posibilidad o probabilidad de conversión de la infancia. Tampoco invalida los bautismos de aquellos bautizados de niños creyentes jóvenes.

Los pastores deben aprovechar cualquier oportunidad para reunirse con los niños a hablar con ellos acerca de sus almas.

Aunque no es una práctica de un pastor el bautizar a los niños pequeños, siempre debe entusiasmarse de reunirse con los niños para hablar con ellos acerca de sus almas. Cuando un niño expresa su deseo de ser bautizado, presenta al pastor una maravillosa oportunidad para pasar tiempo con el niño, para oír cómo el Señor ha estado trabajando en su vida, y animarles a que continúe buscando al Señor.

¿Cuáles son los beneficios de esperar a bautizar a los niños?

El retraso en el bautismo de los niños que profesan fe ofrece varias ventajas:

  1. Permite a los miembros de la iglesia proceder lógicamente del bautismo para que todos los creyentes bautizados inmediatamente puedan servir como un miembro de pleno funcionamiento de la iglesia. Esto evita la confusión de si los niños pequeños pueden ser miembros de la iglesia, o si pueden ser bautizados, pero no miembros.
  2. Explica la incertidumbre que puede acompañar las conversiones de niños. A menudo, un niño profesa fe, entonces se retracta o duda de su profesión, y luego la afirma de nuevo. Este modelo permite que el niño continúe durante gran parte de esta turbulencia antes de ser bautizado, evitando dudas sobre si era verdaderamente salvos antes de su bautismo.
  3. Hace un llamamiento a los padres a guiar a sus hijos y entender que sus hijos no están siendo desobedientes al esperar ser bautizados. Su obediencia en esta zona viene en presentar a sus padres y los ancianos de la iglesia.

Se estima el bautismo como un acto para ser visto como una profesión de fe pública, creíble y madura.

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