lunes, noviembre 05, 2012

Sonrientemente Conduciéndole al Infierno

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Por Tim Challies

Una de ellas es diferente a las demás: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. De acuerdo con la carta de Pablo a la iglesia en Galacia, todos menos uno de ellos es lo que él llama el fruto del Espíritu, es decir, la evidencia visible de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. Si usted es un cristiano, su vida estará necesariamente marcada por este tipo de carácter. Pero, ¿cuál es ajeno a la lista? Amabilidad.

Los seres humanos parecen ser naturalmente atraídos por amabilidad. La amabilidad es agradable. Ser amable es ser agradable en sus modos, ser agradable, apegarse a las convenciones sociales. Nos gusta estar cerca de personas que son muy amables, al menos en gran parte porque somos consolados por sus agradables palabras o hechos y por su apego a lo que sea dicta la costumbre social. Es una cualidad atractiva, pero también puede ser engañosa. Es, después de todo, un rasgo externo, y uno que no tiene correlación necesaria con lo que está sucediendo a nivel interno, espiritual. Los cristianos pueden ser agradables, pero también pueden serlo los incrédulos. El Espíritu Santo nos puede ayudar a ser agradables, pero la amabilidad no es necesariamente una prueba de que estamos viviendo en el Espíritu y por el Espíritu. Algunas de las personas más malvadas son también las personas más simpáticas.

Brian McLaren podría ser el tipo más simpático de por aquí. Recientemente, enfrentó a una buena cantidad de críticas por dirigir una ceremonia de compromiso seguida de la boda homosexual de su hijo que incluyó “tradicionales elementos cristianos.” Después, McLaren fue tan amable como lo ha sido siempre. En su blog respondió a un fan que ahora entendía que él no podía ver a McLaren como un mentor. Esta persona estaba tambaleándose, tratando de averiguar quién podría ahora ayudarle a guiarlo en su comprensión de la fe cristiana. La respuesta de McLaren fue muy agradable, tenía el aspecto de humildad y afecto verdaderamente triste. Sin embargo, se opuso radicalmente a la Biblia. Él temerariamente cambió la forma en que interpretamos la Escritura, negando lo que la Biblia deja muy claro. Si usted se lo permite, Brian McLaren “Agradablemente” le llevará directamente al infierno.

Y él está lejos de ser el único. Tanto la historia de la iglesia y de la iglesia evangélica contemporánea están repletas de gente agradable que está en completa rebelión contra Dios.¿Hay alguien mas agradable que Joel Osteen? Sin embargo, ¿habrá alguien cuyo mensaje tenga menos del evangelio y tenga más tonterías anti-bíblicas? Lo puedes ver en este vídeo , sentado con Oprah, recibiendo elogios, amablemente, sonriendo llevando una multitud ansiosa cada vez más lejos de la cruz. Él es agradable, pero él también agradablemente te llevará directamente a las puertas del infierno, mostrando esa sonrisa brillante todo el tiempo.

Los cristianos son llamados por Dios a permanecer firmes en lo que la Biblia dice es verdad, no importa lo contra-cultural, y no importa cuán odioso sea al espíritu de la época. Cuando los cristianos hacen esto somos tan a menudo presentados como desagradables o detestable, todo lo contrario a lo agradable. Tenemos que permitirnos ser retratados como no agradables. No podemos darnos el lujo de permitir que la amabilidad sea un fruto del Espíritu Santo junto con el resto. Puede que sea imposible ser agradable cuando estamos con la firme convicción de lo que la Biblia dice sobre el matrimonio, sobre el valor de los niños no nacidos, o cualquier otra área donde la cultura haga conflicto con la Escritura. Tenemos que estar de acuerdo con eso, siempre y cuando el fruto del Espíritu esté presente en su lugar. Si vamos a ser absolutamente agradables, primero tenemos que ser llenos de amor, paciencia, benignidad, mansedumbre, dominio propio, y las otras cualidades de carácter que son genuinamente reflexivas del Espíritu.

La amabilidad no es un rasgo malo. No es malo o pecaminoso ser amable. Pero lo sobreestimamos mucho y al mismo tiempo lo confundimos con rasgos que importan mucho más. Puede ser bueno ser agradable, pero es mucho mejor ser santo.

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