martes, noviembre 06, 2012

Sumisión y Política

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Por Nathan Busenitz

 El día de las elecciones, continuamos nuestra serie de la semana pasada, titulado Oración y Política – enfocándonos en los principios de 1 Timoteo 4:1-7 con respecto a cómo los creyentes deben responder a la autoridad civil.

La semana pasada, hicimos la pregunta, “¿Por qué debemos orar por los que tienen autoridad sobre nosotros?” La primera respuesta se encuentra en el hecho de que la oración nos recuerda que Dios es soberano sobre nuestros líderes políticos. Hoy, vamos a considerar una segunda razón:

2. La oración nos recuerda que debemos mantener nuestra conducta correcta y respetuosa.

Cuando oramos por nuestros líderes gubernamentales, no sólo se nos recuerda que Dios está en control, también se nos recuerda cómo debemos vivir.

En 1 Timoteo 2:2, Pablo dice que los creyentes deben orar por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad.

Las palabras "tranquilo" y "sosegada" se refieren a la actitud sumisa y pacífica que debe caracterizar la actitud del cristiano hacia aquellos que tienen la autoridad civil.

Estas palabras hacen eco de la instrucción de Pablo en Romanos 13:1-2, donde dijo a los creyentes de Roma: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación.” (Romanos 13:1-2).

El apóstol Pedro dijo a sus lectores de manera similar, en 1 Pedro 2:13-14, “Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien.”

Como cristianos, se nos manda responder a la autoridad civil, con una actitud de sumisión. Fielmente orar por nuestros líderes mejora en gran medida nuestra capacidad para hacer eso.

¿Por qué? Porque cuando oramos, no sólo reconocemos la autoridad suprema de Dios, nosotros también nos alineamos con Su voluntad —sometiendo nuestras propias agendas a su plan providencial y perfecto. La oración nos hace recordar que el Señor soberanamente ha elegido aquellos que están en posiciones de poder, y responde en consecuencia. Así difunde actitudes de enojo pecaminoso, suprime la tentación de sentir ansiedad, y reemplaza el quejarse con expresiones de agradecimiento que honran a Dios.

John MacArthur, en Right Thinking in a World Gone Wrong lo dice así: “Además de someterse a las leyes de nuestro país, se nos manda orar por los que tienen autoridad sobre nosotros. Incluso aquellos a quienes consideramos políticos oponentes han de recibir nuestras oraciones por ellos. . . . . . . Un inmediato subproducto de orar por nuestros líderes es que elimina los pensamientos de rebelión, resistencia o enojo hacia ellos. . . . . . . Cuando nuestros líderes hacen algo que no nos gusta, nuestra respuesta debe ser la de orar, no de protestar.”

El predicador del siglo IV, Juan Crisóstomo, lo dijo de esta manera: “Nadie puede sentir odio hacia aquellos por quienes ora.” Pensando en los tiempos de los emperadores romanos paganos, Crisóstomo añade: “Piensa en lo que fue para aquellos que persiguieron, azotaron, desterraron, y asesinaron cristianos, el saber que aquellos a quienes trataron tan bárbaramente ofrecieron fervientes oraciones a Dios por ellos.”

¡Qué testimonio es para el mundo incrédulo!

El apóstol Pablo continúa explicando que, mientras llevamos una vida de tranquilidad, nuestra conducta debe caracterizarse por “toda piedad y dignidad.”

Esas dos palabras abarcan tanto las acciones y las actitudes y hablan de lo que honra a Dios y cumple con Su aprobación.

Y la aprobación de Dios es la motivación última de por qué respondemos a los gobiernos humanos en una forma sumisa —es porque tratamos de honrar al Señor. Nuestra sumisión a ellos es en última instancia una expresión de nuestra sumisión a El.

La iglesia debe ser conocida por el carácter piadoso y digno de los que son miembros del cuerpo de Cristo.

Los creyentes deben ser definidos, en primer lugar, por el amor a Dios y la obediencia a Dios. No se trata de sus intereses políticos, sino su búsqueda de Cristo, lo que los marca como Suyos.

Esa es una prioridad importante a tener en cuenta, sobre todo durante la temporada de elecciones. La oración nos ayuda a mantener nuestras prioridades en orden. Nos recuerda que nuestra conducta debe ser a la vez justa y respetuosa.

Hay mucho más que se puede decir acerca de la manera sumisa, respetuosa y que glorifique a Dios en la que los creyentes deben responder a aquellos en posiciones de poder político. Qué tentador puede ser unirse con el conductor de un radio talk show, ya sea burlándose de un funcionario del gobierno, o llegar a ser pecaminosamente enojado con alguien en un puesto de autoridad.

Pero esa no es la actitud o el comportamiento que debe caracterizar a los cristianos. Tenemos que llevar una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad.

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