miércoles, junio 26, 2013

La Justicia de Dios

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Por Mike Gendron

Todos debemos entender que la justicia de Dios demanda una justicia perfecta para entrar en el cielo. Dado que el hombre pecador no puede ser justo, Cristo es nuestra única esperanza. “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree” (Rom. 10:4). La justicia de Cristo es dada como un regalo para todos los que creen en Él (Rom.5: 17). Y por nuestra causa, Dios hizo que Jesús, quien no conoció pecado, fuera hecho pecado por nosotros, para que, en Él, nosotros fuésemos hechos justicia de Dios (2 Cor. 5:21). Cuando me di cuenta del gran intercambio que tuvo lugar en la cruz del Calvario en mi nombre, yo quede para siempre en deuda con la gracia de Dios. En el momento de la fe, Jesús tomó todos mis pecados, mi culpa y mi castigo y luego me dio Su justicia a cambio. Su justicia es el pasaporte al cielo. “y El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24). La vida que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.

Sin embargo, el Vaticano II niega la veracidad de estas Sagradas Escrituras al enseñar que “Los pecados deben ser expiados ... en esta tierra a través de las penas, miserias y tribulaciones de esta vida y, sobre todo, a través de la muerte. De lo contrario la expiación debe ser hecha para la otra vida por el fuego y los tormentos o castigos purificadores” (página 63, Documentos del Concilio Vaticano II). ¡Qué terrible engaño imponer a los católicos que buscan a su iglesia la verdad! La razón y el propósito de que Cristo se hizo hombre y sufrió una muerte tan terrible era para expiar el pecado, de una vez por todas, por su sacrificio perfecto. ¿Cómo puede una iglesia, que invoca el nombre de Cristo, negar esta verdad a su pueblo? Por otra parte ¿cómo puede establecer tradiciones que anulan la obra terminada del Salvador? Alentamos a todas las víctimas de engaño a mirar a Cristo y Su Palabra como la fuente más confiable de verdad. Sólo entonces podrán ser liberados de la esclavitud del engaño religioso.

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