miércoles, octubre 30, 2013

Pecadores Hasta la Médula

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Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios

—Romanos 3:23

Por Paul Washer

En este capítulo, confrontaremos una verdad crucial: Los hombres pecan porque han nacido moralmente corruptos. Uno de los más importantes términos teológicos usados para describir la profundidad de la inherente corrupción moral del hombre es la palabra depravación. La palabra derivada del prefijo de- el cual comunica intensidad, y la palabra latina pravus, la cual significa torcido o trenzado. Llamar a algo depravado significa que su estado original o forma ha sido completamente pervertida. Decir que la raza humana es depravada quiere decir que ha caído de su estado original de justicia y que todos los hombres han nacido como pecadores moralmente corrompidos por naturaleza. Para describir el alcance de esta corrupción moral, los teólogos emplearán frecuentemente varios términos para comunicar la misma verdad. Los más comunes son: depravación total, muerte espiritual, e inhabilidad moral.

DEPRAVACION TOTAL

La frase depravación total ha sido ampliamente usada por los teólogos reformados y otros para describir la caída del hombre. Aunque el lenguaje es adecuado cuando es propiamente definido, las frases depravación generalizada y depravación radical, pueden ser más apropiadas. 2 Decir que cada hombre es totalmente depravado no significa que el es tan malo como podría o que cada acto es enteramente o perfectamente malo. Mas bien significa que la depravación o corrupción moral ha afectado su ser entero – cuerpo, intelecto y voluntad. En lo subsecuente, consideraremos lo que significa y lo que no significa depravación total.

Primero, depravación total no significa que la imagen de Dios en el hombre fue totalmente perdida en la caída. En varios textos, la Escritura aun se refiere al hombre como ser hecho “a la imagen de Dios”. 3 Depravación total significa que la imagen de Dios en el hombre ha sido seriamente borrada o desfigurada, y esa corrupción moral ha contaminado su persona entera – cuerpo, razón, emociones y voluntad. 4

Segundo, depravación total no significa que le hombre no tenga conocimiento de la persona o la voluntad de Dios. Las Escrituras nos enseñan que todo hombre conoce lo suficiente acerca del Dios verdadero y Su voluntad para estar sin excusa ante El en el día del juicio. 5 Lo que eso significa es que aparte de un trabajo especial de gracia, todo hombre rechaza la verdad de Dios a favor de sus propias fútiles especulaciones. Son hostiles hacia la verdad de Dios y buscan suprimirlo de tal modo que eso no le moleste a lo que queda de su consciencia. 6 El hombre conoce lo suficiente acerca de Dios para odiarlo y lo suficiente acerca de su voluntad para rechazarla y luchar contra ella.

Tercero, depravación total no significa que el hombre no tiene consciencia o que es totalmente insensible al bien y al mal. Las Escrituras enseñan que todo hombre posee una consciencia, la cual si no se insensibiliza, es capaz de llevarles a admirar acciones y carácter virtuosos. 7 Lo que significa es que los hombres no son completamente obedientes a las directrices de su consciencia. Un hombre no es justo porque conozco lo que es bueno o denuncie lo que es malo, sino porque hace lo bueno que el conoce.8

Cuarto, depravación total no significa que el hombre sea incapaz de demostrar virtud. Hay hombres que aman a sus familias, sacrifican sus propias vidas por salvar a otros, cumplen con sus deberes cívicos, y llevan a cabo buenas obras en el nombre de la religión. Eso significa que tal virtud no es motivada por genuino amor a Dios o un genuino deseo de obedecer sus mandamientos, tampoco hay un hombre que glorifique a Dios en cada pensamiento, palabra y acto. 9 Todo hombre se prefiere a sí mismo que a Dios – eso mueve a los hombres a actos altruistas, heroicos, cívicos y una buena religión externa 10.

Quinto, depravación total no significa que todo hombre es tan inmoral como podría ser, que todo hombre es igualmente inmoral, o que todo hombre es indulgente con cada forma de maldad que existe. No todos los hombres son delincuentes, fornicarios o asesinos. Lo que significa es que todos los hombres nacen con una gran propensión o inclinación hacia el mal, y que todos los hombres son capaces de los más indecibles crímenes y las más vergonzosas perversiones. Como un todo, toda la humanidad esta inclinada a una corrupción moral cada vez mayor, y esta deterioración moral sería incalculablemente mas rápida de lo que es si no fuera por la común gracia de Dios la cual la restringe.11 El hombre por sus propios actos, no puede librarse o recuperarse de esta espiral descendente 12

Finalmente, la depravación total no significa que el hombre no posee las facultades necesarias para obedecer a Dios. El hombre no es una víctima que desea obedecer a Dios pero es incapaz de hacerlo por factores fuera de su control. Dios ha equipado al hombre con intelecto, voluntad y libertad de elegir. El hombre es por lo tanto responsable ante Dios como un agente moral. Depravación total significa que el hombre no puede someterse por sí mismo a Dios porque no quiere, y no lo hará por su propia hostilidad hacia Dios.13

MUERTE ESPIRITUAL

Otra frase importante que los teólogos usan para describir la profunda corrupción del hombre es muerte espiritual. En el Edén, Dios advirtió a Adán que ciertamente moriría el día que el comiera del árbol prohibido. 14 aunque Adán no murió físicamente hasta muchos años después, hay un sentido muy real en el cual el murió espiritualmente en el mismo momento en que él eligió auto-determinación en vez de sumisión y pecar contra Dios. 15 A través de su fatídica elección, Adán se alejo de Dios, y la muerte pasó sobre esa parte de su ser que le permitía conocer y comunicarse con su Creador. Al momento él se convirtió en un cadáver espiritual. El estaba físicamente vivo pero espiritualmente muerto. El se hizo responsable de cada estímulo perverso, humano o demoníaco, pero no podía responder a la persona y voluntad de Dios.

Las Escrituras nos enseñan que esta devastadora consecuencia de la desobediencia de Adán no fue limitada solo a el, sino que todos los miembros de la raza de Adán nacen espiritualmente muertos. Este es el significado de la declaración fundamental de Pablo a los Efesios.: “ y el os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de éste mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, al espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” 16 En este texto, encontramos que todo hombre entra a este mundo como espiritualmente muerto inválido a la verdadera vida espiritual e insensible a la persona y voluntad de Dios. Son apartados de la vida de Dios y viven como si estuvieran muertos a El, y El a ellos. 17 Es por esta razón que el salmista nos dice que el hombre caído no busca a Dios, y en todos sus pensamientos no hay lugar para El. 18 El hombre caído no toma en cuenta la realidad de Dios o la necesidad de andar conforme a sus mandamientos. Vive prácticamente como un ateo. Aunque puede tener conocimiento de la existencia de Dios o de algún tipo de deidad, no tiene un efecto práctico o real en su vida. El esta muerto aún mientras vive y se jacta de vivir. 19 Tiene un corazón de piedra hacia Dios, y es como un árbol otoñal sin fruto, muerto y desarraigado. 20 Es un cadáver vivo del cual sus justicias son como trapos de inmundicia y del cual la mayoría de los actos religiosos son obras muertas. 21

Otra frase que es cercanamente relacionada a la doctrina de la muerte espiritual es la inhabilidad moral. Esta frase es comúnmente empleada para describir la extensión de la corrupción del hombre, y esta doctrina nos enseña que el hombre caído es incapaz de amar, obedecer y complacer a Dios.

Al escuchar de tal doctrina, uno puede preguntar, “ ¿Cómo puede el hombre ser responsable ante Dios cuando es incapaz de hacer nada de lo que Dios manda?” La respuesta es muy importante. Si el hombre no ama u obedece a Dios porque carece de las facultades mentales para hacerlo o fuese de alguna manera físicamente restringido, entonces sería injusto para Dios llamarle a cuentas – el sería una víctima. Sin embargo, este no es el caso del hombre. Su inhabilidad es moral y deriva de su hostilidad hacia Dios. 22 El hombre es incapaz de amar a Dios porque el odia a Dios. 23 Es incapaz de obedecer a Dios porque El desdeña sus mandamientos. El es incapaz de de complacer a Dios porque no mantiene la gloria y la honra de Dios como una meta loable. 24 El hombre no es una víctima sino un culpable. El no puede porque no quiere. Su corrupción y enemistad hacia Dios es tan grande que el preferiría sufrir el castigo eterno en vez de reconocer a Dios por ser Dios y someterse a Su soberanía.

Por esta razón, la inhabilidad moral puede también ser llamada hostilidad dispuesta. La relación entre José y sus hermanos ilustra mejor esta verdad: “Pero cuando sus hermanos ( de José ) vieron que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, lo odiaron y no le podían hablar pacíficamente.” 25 El texto dice que los hermanos de José no podían hablarle en términos amigables. Esto no fue por que ellos carecieran de habilidad física para hablar sino porque el odio hacia el era tan grande que fueron reacios a ser amigables con el. Del mismo modo, la hostilidad del hombre caído hacia Dios es tan grande que no puede por sí mismo conducirse a amar a Dios o someterse a Sus mandamientos.

Imagine un prisionero político justamente encarcelado en una mazmorra por su traición al rey y a su país. Un día el justo y misericordioso rey visita la celda y tira para abrir la puerta. Entonces el promete darle completo perdón al prisionero y restaurar su libertad con la simple condición que renuncie a su rebelión, honre al rey y se someta a las leyes del rey. Al escuchar la palabra del rey, el prisionero cierra la puerta rápidamente y la golpea al cerrar, confinándose a sí mismo una vez más en la horrible mazmorra. Luego, en un ataque de ira el escupe al rey y exclama, “¡prefiero pudrirme en esta celda que doblar mi rodilla a ti!. Este es el caso del corazón no regenerado. La enemistad del hombre hacia Dios es tan grande que se perdería en el infierno en vez de rendir a Dios la honra, gloria y respeto que se merece.

Es una verdad bíblica que la voluntad del hombre esta sujeta a su naturaleza. Si el hombre poseyera una naturaleza moralmente pura, su voluntad se inclinaría hacia actos moralmente puros: amaría a un Dios santo y justo, honraría y obedecería sus mandamientos. Sin embargo, el hombre caído posee una naturaleza moralmente corrupta, así su voluntad es inclinada hacia actos moralmente corruptos. Así, el odia al Santo y Justo Dios, se aparta de su verdad y se rebela contra sus mandamientos.

Es en esta inseparable relación entre la naturaleza y la voluntad del hombre caído que encontramos la respuesta a la pregunta debatida frecuentemente, “ ¿Posee el hombre libre albedrío?” La respuesta bíblica es que el hombre es libre de elegir como le plazca, pero como es depravado, le agrada elegir el mal. En otras palabras, el hombre caído tiene libre albedrío, pero no tiene buena voluntad. Su voluntad esta en esclavitud a su propia naturaleza depravada, y así el siempre elegirá libremente en oposición a la persona y voluntad de Dios. El mordaz reproche de Jesús a los fariseos, revela claramente esto : “ ¡raza de víboras!, ¿ cómo pueden ustedes, siendo malos, decir cosas buenas?” 26.

La verdad bíblica de la inhabilidad moral impulsó a Martín Lutero a escribir su famosa tesis La esclavitud de la voluntad. El título transmite que el hombre no puede escapar de lo que el es. El es malo por naturaleza, y él obra con maldad intencional y libremente. El hombre caído produce malos frutos porque el es un “árbol malo”. 27 Su voluntad esta sujeta, o es esclava de su naturaleza corrupta. En las siguientes páginas consideraremos algunas de las horribles consecuencias de esta verdad.

EL HOMBRE CAIDO NO PUEDE CONOCER A DIOS

A través de la misericordiosa providencia de Dios, la raza humana ha logrado grandes alcances intelectuales en áreas como la ciencia, tecnología y medicina. Sin embargo, el conocimiento del hombre caído acerca de Dios no es nada más que una torcida masa de herejías y pensamientos fútiles. 28 Esta ignorancia no es el resultado de un Dios escondido, sino de un hombre escondido. Dios se ha revelado a si mismo al hombre claramente a través de la creación, Su obra soberana en la historia, las Escrituras y finalmente a través de Su Hijo encarnado. No obstante, el hombre ha respondido a Su revelación cerrando sus ojos y cubriendo sus oídos. No puede conocer la verdad porque odia la verdad y busca reprenderla. 30 Es contrario a la verdad porque es la verdad de Dios. Habla contra él y de ese modo, no puede sostenerla.

EL HOMBRE CAIDO O PUEDE AMAR A DIOS

La mayoría de los hombres, aún los no religiosos, dicen tener algún grado de amor o afecto hacia Dios. Sin embargo, las Escrituras testifican que el hombre caído no puede amar a Dios. De hecho, las Escrituras enseñan que, antes de la conversión toda la raza de Adán odia a Dios y vive en lucha contra El. 31 Esta hostilidad existe simplemente porque una creatura moralmente corrupta no puede tolerar a un Dios Santo y Justo o permanecer en Su voluntad.

Es importante notar que la mayoría de los que dicen tener un amor genuino por Dios conocen muy poco acerca de sus atributos y obras como la Escritura las describe. Con todo, el dios que ellos aman no es nada más que un producto de su propia imaginación. Ellos han hecho un dios en su propia imaginación, y aman al dios que han hecho. Como Dios declara a través del salmista, “pensaste que Yo era como tu, pero yo te reprenderé” 32.

Si la mayoría de los hombres, aun aquellos que se consideran a sí mismos religiosos, investigaran las Escrituras, muy ciertamente encontrarían un Dios muy diferente al dios al que ellos claman como objeto de sus afectos. Si ellos dieran a las enseñanzas de la Escritura su valor nominal en atributos divinos tales como santidad, justicia, soberanía e ira, más bien responderían con aversión y declararían “¡mi Dios no es así!” O “¡nunca podría amar a un Dios así!” De esta forma, podemos ver rápidamente que cuando el hombre caído se encuentra con el Dios de las Escrituras, su única reacción es repulsión y rechazo. ¿Cual es la razón para esta reacción adversa? Otra vez, eso tiene que ver con quién es el hombre en el verdadero centro de su naturaleza. Si el hombre fuera santo y justo por naturaleza, entonces el podría fácilmente amar a un Dios Santo y Justo. Sin embargo, el hombre es depravado por naturaleza, y es por eso que no puede.

EL HOMBRE CAIDO NO PUEDE BUSCAR A DIOS

Vivimos en un mundo lleno de auto-proclamados buscadores de Dios, y aun las Escrituras destruyen tales jactancias con una simple declaración: “No hay quien busque a Dios.”33 Frecuentemente escuchamos a nuevos convertidos al cristianismo empezar sus testimonios con las palabras: “Por años estuve buscando a Dios” pero las Escrituras dicen de nuevo: “No hay quien busque a Dios.”34. El hombre es una criatura caída, el odia a Dios porque El es Santo y el se opone a la verdad de Dios porque esta expone su depravación y su rebelión. 35 Por lo tanto, el no vendrá a Dios, sino que hará todo en sus fuerzas para evitarlo y remover cada fragmento de su ley de su consciencia. Los antiguos predicadores frecuentemente resumen esta verdad con esta declaración: “El hombre no es mas inclinado a buscar a Dios de lo que es un gran criminal inclinado a buscar a un oficial de la ley”.36 Jesús estuvo de acuerdo: “Y esta es la condenación, que la luz vino a este mundo y los hombres amaron las tinieblas más que la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que practica lo malo odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean descubiertas” 37

EL HOMBRE CAIDO NO PUEDE OBEDECER O COMPLACER A DIOS

Hay un común denominador que mantiene unidas todas las religiones del otro lado de la cristiandad: la creencia de estar en una posición correcta ante Dios basada en la obediencia, los méritos personales o alguna habilidad para complacer a Dios. Solo la cristiandad se mantiene declarando que sin la obra especial de la gracia de Dios, el hombre no puede obedecer a Dios o complacerlo.38 Ya que el hombre es realmente sucio, esta destituido de mérito. Aún los actos más ejemplares son nada más que trapos de inmundicia ante un Dios Santo y Justo. 39 Esta es una de las verdades más humillantes de las Escrituras- y una de las más detestadas y con mayor oposición por la raza de Adán. Sin embargo, es una parte esencial del evangelio y debe caer sobre el hombre hasta que el sostenga el peso de su verdad. El esta perdido sin remedio y sin poder hacer nada al respecto. Si él ha de ser salvado, debe ser salvado por Dios solamente.

EL HOMBRE CAIDO NO PUEDE REFORMARSE A SI MISMO

El siglo veinte empezó con gran optimismo acerca de la habilidad del hombre para evolucionar hacia una más grande y más noble criatura. Se suponía ser la era de la reforma y terminó en un estupor de desesperación y confusión. Las Escrituras claramente enseñan que el hombre nace espiritualmente muerto y moralmente depravado –cada intento de auto reformación es desesperanzado y terminará en una falla mayor. 40 El patriarca Job clamó: “Si soy impío, ¿para qué, pues, esforzarme en vano? Si me lavara con nieve y limpiara mis manos con lejía, aun así me hundirías en la fosa, y mis propios vestidos me aborrecerían.”41. A través del profeta Jeremías, Dios declaró, “Aunque te laves con lejía y uses mucho jabón, tu iniquidad esta sellada delante de mí”42. Y de nuevo “¿Puede el etiope cambiar su piel o el leopardo sus manchas? Así puede también hacer el bien quien está acostumbrado a hacer el mal”. 43 El hombre tiene solo una esperanza, pero antes de poder verla, debe estar convencido de su total inhabilidad y llegar al mismo fin de sí mismo. Ese es uno de los trabajos esenciales del predicador del evangelio.

EL HOMBRE CAIDO ES UN ESCLAVO DE SATANAS

En el principio, Adán era libre para obedecer a Dios y ejercer dominio sobre toda la tierra.44 Por su rebelión contra Dios, él y su raza cayeron en corrupción y esclavitud Desde la caída, cada hombre nace en cautiverio de su naturaleza corrupta y esclavitud a Satanás.

Aunque algunos hombres se consideran a sí mismos seguidores del diablo, la Escritura testifica que todo hombre vive “de acuerdo al príncipe de la potestad del aire” ( El diablo) quien opera poderosamente en los hijos de desobediencia a Dios. 45 Además, las Escrituras testifican que el mundo entero descansa en el poder del maligno, que todo hombre nace bajo su dominio, y que el mantiene a todo hombre cautivo para hacer su voluntad.46 Aunque es propio usar el término esclavitud para describir la relación con el diablo, debemos entender que el hombre no es una víctima llevada contra su propia voluntad. El hombre ha rechazado el gobierno de Dios y ha sido “entregado” al gobierno de Satanás. Ambos, los cautivos y los capturados son creaturas caídas, y hay gran afinidad entre ellas. 47 Ellos son semejantes en su corrupción moral y en su enemistad hacia Dios. Aunque esto es repulsivo al máximo, es de cualquier modo verdad: hay una semejanza moral entre el hombre caído y Satanás que antecede a la conversión, todos los hombres pueden justamente ser llamados hijos del diablo.48

¿SOMOS REALMENTE ASI DE MALOS?

Vivimos en un era decididamente optimista pero engañosa que sitúa al hombre en el centro exacto del universo y le aclama como la medida de todas las cosas. Contra el testimonio de su propia frustrada historia, su consciencia afligida, y la enseñanza de la Escritura, el hace grandes reclamos de virtud y méritos y se jacta de un brillante futuro.

El cubre sus incontables inmoralidades y continua en degeneración simplemente cambiando las reglas de moralidad y bautizando lo que una vez fue considerado maldad y llamándole bueno.49 A causa de este poderoso engaño, no es de sorprender que responderíamos al dictamen de la Escritura con esta pregunta: ¿Somos realmente así de malos? La respuesta bíblica es “sí, realmente somos así de malos”. La Escritura claramente testifica que Dios trajo el gran diluvio sobre el mundo entero en los días de Noé. 50 La razón para este acto divino de juicio fue la impiedad y la grosera inmoralidad del hombre.

Las Escrituras nos dan la siguiente explicación: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” 51 El pensamiento que resalta en este texto no es solamente la maldad del hombre sino también su intensidad. “Cada intento de los pensamientos de su corazón eran solamente una maldad continua”. Esta es una de las más poderosas declaraciones en las Escrituras acerca de lo que nosotros hemos referido como radical, total y perversa depravación del hombre. En un principio el dictamen puede parecer extremo y aplicable solamente a unas pocas personas infames en la historia en las que la consciencia estaba completamente cauterizada. Sin embargo, después de investigar de cerca, parece que esto aplica a todos y cada uno de nosotros. Imagina si poseyéramos un dispositivo que fuera capaz de transformar cada pensamiento que ha entrado alguna vez a nuestras mentes en una imagen visual y luego situara todas esas imágenes en una película que todo mundo pudiera ver ¿No haríamos todo dentro de nuestras posibilidades para evitar que vieran la película? Si ellos vieran la película, ¿encontraríamos difícil sino imposible verlos a los ojos otra vez? Si, sin embargo, contra toda razón, mantuviéramos un rostro valiente y aseguráramos que no tenemos nada de que avergonzarnos, no sería evidencia de que estamos mintiendo, engañando o hemos cauterizado nuestra consciencia?

¡La verdad es que el mejor de nosotros tiene pensamientos tan viles que no los compartiría ni con el mas cercano de sus amigos! Todo esto demuestra que hay algo en nosotros que simplemente no esta correcto. Tenemos una propensión al mal y esta inclinada hacia las mismas cosas que nuestra consciencia se opone y censura. Este ha sido el gran predicamento de los más grandes filósofos, moralistas y teólogos a través de la historia del pensamiento. El Apóstol Pablo resume el dilema del hombre con el lamento: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.”52 Es importante entender que la impiedad que describimos no esta confinada al periodo antediluviano.53 En otras palabras, el diluvio no lavó la tendencia humana hacia el mal, no fue capaz Noé de dejar atrás un legado mejor que el de Adán. Inmediatamente después que el diluvió cesó y Dios ordenó a Noé dejar el arca, Dios expuso la continua depravación que permanecía en el corazón del hombre y sería la marca de su no regenerado carácter hasta el fin del mundo: “Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho” 54

Antes del diluvio, Dios declaró que cada intento de los pensamientos del corazón del hombre eran solamente una maldad continua.55 Después del diluvio, muy poco cambió. El intento del corazón del hombre no es solo malo, sino el origen de esa maldad es también expuesta. Reside dentro del corazón del hombre desde su nacimiento. Es heredada de Adán.56 Aunque las Escrituras no explican el misterio a nosotros, lo confirman como verdad. El Hombre es concebido en pecado y dado a luz en iniquidad; el es distanciado desde la matriz y extraviado de nacimiento.57

Por esta razón, no hay necesidad de enseñar a los niños a ser egoístas o mentirosos. En cambio, los padres y otros deben trabajar diligentemente para enseñarles a limitar su egoísmo, decir la verdad, y preocuparse por el bienestar de los demás. Cualquiera que espere que los niños algún día podrían gobernar el mundo sería testigo de la jerarquía más brutal y despiadada que a menudo se establece entre los niños más pequeños, o lo que puede suceder cuando un niño anhela el juguete de otro. ¡Cualquiera que diga lo contrario tiene la historia y las noticias diarias en su contra!

Las Escrituras enseñan que el hombre hace el mal porque tiene el mal que reside en su interior. Esta depravación que lo habita permea y afecta a todos sus pensamientos, palabras y obras. Este lamento del profeta Isaías ilustra poderosamente esta verdad: “Pero todos somos como suciedad , y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja , y nuestras iniquidades, como el viento , nos han quitado.” 58 Hay muchas opiniones con respecto a lo que Isaías quiso decir con las palabras trapo de inmundicia. Sin embargo, la mayoría piensa que se está refiriendo a una prenda que se ha vuelto impura por el contacto con los muertos, un flujo de sangre, o lepra. Vamos a ocuparnos de la última de las tres. A lo largo de la historia, la lepra ha sido considerada una de las más aterradoras de todas las enfermedades, por lo tanto, proporciona una poderosa ilustración y gráfica de pecado. La Lepra causa estragos en el cuerpo hasta que es poco más que una masa de podredumbre y el hedor. Es insoportable para el que sufre de la enfermedad, y es igualmente insoportable para aquellos que deben presenciarlo. A la luz de esta información, imagine que el Club Optimista local decide asistir a un pobre leproso y hacerlo presentable. Le lavan muy cuidadosamente y tratan de enmascarar su olor con los perfumes más caros. Por último, le visten con un vestido blanco puro hecho de la seda más fina y lo presentan a todo el mundo para ser visto. Aunque su trabajo puede producir un beneficio momentáneo para el leproso y evocar aplauso para ellos mismos, no pasará mucho tiempo en que lo externo desaparezca. La podredumbre del cuerpo del hombre va a sangrar rápidamente a través de la tela y su hedor pronto dominará las fragancias. En cuestión de segundos, el hombre, la ropa, y todo lo que toca se convierte en corrupta y leprosa. Lo mismo puede decirse de un hombre. A pesar de las reformas religiosas o morales que pudiera imponer sobre él, él sigue siendo el mismo por dentro. Jesús lo describe como un vaso que está limpio por fuera, pero está lleno de suciedad dentro, un sepulcro blanqueado lleno de huesos.59 Como el leproso cuya corrupción sangra a través de la tela y hace que sea tan vil como su persona, por lo que la corrupción del corazón o de la naturaleza del hombre sangra a través de cada pensamiento, palabra y obra y lo hace impuro. Por esta razón, el hombre no regenerado es incapaz de ganar una posición correcta delante de Dios por medio de sus obras o méritos. Lo mejor de todo lo que hace es como un vestido sucio y repugnante ante Dios!

Nuestra comprensión de la naturaleza del hombre es fundamental para nuestra comprensión del Evangelio y la evangelización. Si el hombre es básicamente bueno, o si hay un remanente o una chispa de bondad que reside en el hombre, entonces el predicador tiene el poder de convencer y los hombres tienen el poder de responder. Sin embargo, si el hombre es depravado radicalmente, sólo el poder sobrenatural de Dios puede abrir los corazones y las mentes, conceder que se arrepientan, y dar fe que lleva a salvación.60 Como cristianos y ministros del evangelio, Dios nos llama no sólo para proclamar la grandeza de Dios y las riquezas de su gracia, sino también a exponer la verdadera condición del corazón del hombre a la luz de la Palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo. Este es el último trabajo de denuncia de la corrupción moral del hombre que lleva a los hombres a no poner su confianza en la carne y a gloriarse en Cristo Jesús.61 La oscuridad moral del hombre sirve como telón de fondo de la noche de tono negro sobre el que las estrellas gemelas de la gracia de Dios y su misericordia resplandezcan.

***

1. Salmos 51:5; 58:3; Génesis 8:21

2. El verbo impregnar significa moverse a l largo del medio, volverse difuso a través de cada parte ( Webster´s Dictionary). Así, Depravación es relativa a la raíz de la cual nosotros somos por naturaleza; depravación procede directamente de las raíces de nuestra alma.

3. Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Santiago 3:9

4. Cuerpo (Romanos 6:6, 12; 7:24; 8:10, 13), razón (Romanos 1:21; 2 Corintios 3:14–15; 4:4; Efesios 4:17–19), emociones (Romanos 1:26–27; Gálatas 5:24; 2 Timoteo 3:2–4), y voluntad (Romanos 6:17; 7:14–15).

5. Romanos 1:20

6. Romanos 1:21–23; 1:18

7. Romanos 2:15; 1 Timotero 4:2

8. Romanos 3:10–12; 2:13, 17–23; Santiago 4:17

9. Deuteronomio 6:4–5; Mateo 22:37; 1 Corintios 10:31; Romanos 1:21

10. 2 Timoteo 3:2–4

11. A. A. Hodge, Outlines of Theology (Edinburgh: Banner of Truth), 329.

12. Jeremías13:23; Romanos 7:23–24

13. Romanos 8:7–8

14. Génesis 2:17

15. Génesis 5:5

16. Efesios 2:1–3

17. Efesios 4:18

18. Salmo 10:4 El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. RV60

Salmo 10:4 El malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos NVI

19. 1 Timoteo 5:6; Apocalipsis 3:1

20. Ezequiel 11:19; Judas v. 12

21. Isaías 64:6; Hebreos 6:1; 9:14

22. Romanos 5:10; 8:7–8

23. Romanos 1:30

24. Romanos 1:21

25. Genesis 37:4

26. Mateo 12:34

27. Mateo 7:18

28. Romanos 1:21–23; Efesios 4:17–19

29. Romanos 1:19–20; 2 Timothy 3:16; John 1:18

30. Romanos 1:18; Job 21:14–15

31. Romanos 1:30; 5:10

32. salmos 50:21

33. Romanos 3:11

34. Romanos 3:11

35. Juan 3:19–20

36. La fútil “escondite” of Adán y Eva en Génesis 3:8 claramente ilustra esto.

37. Juan 3:19–20

38. Romanos 7:14–24; Efesios 2:4–5

39. Isaías 64:6

40. Job 9:29–31

41. Job 9:29–31

42. Jeremías 2:22

43. Jeremías13:23

44. Génesis 1:27–28

45. Efesios 2:2

46. 1 Juan 5:19; Hechos 26:18; 2 Timoteo 2:26

47. Por su afinidad, en Juan 8:44 Jesús llama al Diablo el “padre” de los no creyentes

48. 1 Juan 3:8; Juan 8:44

49. Isaías 5:20–21

50. Génesis 7–9

51. Génesis 6:5–6

Traducción: Mary C. Rodríguez

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