viernes, octubre 30, 2015

Los Cristianos, Halloween y el Día de los Muertos

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Los Cristianos, Halloween y el Día de los Muertos

Por Nathan Busenitz

 

Como profesor de historia de la iglesia, el 31 de octubre es uno de mis días favoritos, pues es el día en que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en las puertas de la iglesia Schlosskirche (“iglesia del palacio”) en Wittenberg, Alemania. Este año marca el aniversario numero 498.

Para ser honesto, me gustaría mucho más hablar acerca del Día de la Reforma que acerca de Halloween, pero para la mayor parte de nuestra sociedad el 31 de octubre es un día de tradiciones y festividades centradas en Halloween, y tristemente no comparte la misma pasión por la historia de la iglesia.

Dado el crecimiento de la cultura occidental generalizada, los cristianos con frecuencia se preguntan cómo deberían responder a la celebración de este día. La pregunta es: ¿Es permisible que, como creyentes, participemos en ciertas actividades relacionadas con Halloween y el Día de los Muertos, o deberíamos evitarlo por completo?

Para responder a tal pregunta, creo que como cristianos debemos considerar los siguientes dos puntos:

1. Primero, los creyentes deben evitar cualquier actividad que esté prohibida en la Escritura. Consecuentemente, deben abstenerse de cualquier cosa que tenga un aire de inmoralidad, libertinaje o adoración satánica.

Aunque algunas tradiciones del Halloween tienen sus raíces en tradiciones paganas, la cultura occidental ha convertido el Halloween en un día festivo secular (no religioso). Por lo tanto, los cristianos deben aplicar discernimiento bíblico al considerar cuidadosamente hasta qué punto participarán en las actividades relacionadas con Halloween.

Hoy en día, existen aquellas personas en nuestra sociedad incrédula que utilizan Halloween como una oportunidad para celebrar el pecado sexual, depravación grotesca y actividad demoniaca. Ya que la Escritura claramente prohíbe estas cosas, los cristianos no deberían fomentar nada que promueva o induzca a este comportamiento.

Como creyentes, estamos llamados a huir de hechos pecaminosos, no a deleitarnos en ellos. Así que cualquier disfraz, actividad o fiesta de Halloween que celebre tales cosas debería ser evitado por completo. Un ejemplo claro en la Escritura es Efesios 5:8-12:

Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.

La Escritura claramente dicta: huye de toda idolatría e inmoralidad (cp. Romanos 13:12-14, Gálatas 5:19-21, Efesios 5:18, 1 Tesalonicenses 1:9, 4:3-8, 1 Pedro 4:3-6, etc.).

Debemos notar que como creyentes no compartimos la misma fascinación morbosa por el miedo y la muerte, porque en Cristo hemos sido libertados de la esclavitud de tales cosas (Hebreos 2:15). Consecuentemente, los cristianos no deberían unirse con nuestra sociedad incrédula en celebrar motivos violentos, sádicos y macabros. Aún más, el interés cultural por lo espeluznante y el miedo, insensibiliza los corazones y desvía la atención de lo que es verdaderamente aterrador: el juicio de Dios que le espera a todo aquel que muere sin Cristo (Hebreos 9:27, 10:31).

Por otro lado, no toda tradición asociada con el Halloween en la cultura occidental es intrínsecamente malvada. Por ejemplo, la Escritura no prohibe que los niños se disfracen con trajes inocentes o que puedan recibir dulces de vecinos bien intencionados.

2. Cuando tratamos con aspectos no prohibidos explícitamente en la Escritura, los cristianos deben aplicar principios bíblicos para poder tomar decisiones sabias y piadosas.

Dos de los lugares en donde podemos encontrar este tipo de principios son pasajes como Romanos 14-15 y 1 Corintios 8-10, en donde el apóstol Pablo da instrucciones a aquellos que se preguntaban si era correcto que un creyente comiese de lo ofrecido a ídolos. Estos principios por lo general son tratados bajo la categoría de libertad cristiana.

Aunque la situación no es exactamente la misma, los principios que Pablo articula en estos pasajes nos proveen con un paradigma para saber cómo aplicar sabiduría bíblica en situaciones similares.

Al tomar este tipo de decisiones, debemos hacernos las siguientes tres preguntas:

A. Si participo en esta actividad, ¿deshonro a Cristo? En 1 Corintios 10:31 Pablo escribe: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Las implicaciones de este versículo son universales y totales. Dicho de manera negativa, los cristianos no deben participar en cualquier cosa que deshonre o reproche el nombre de Cristo. Dicho de manera positiva, los creyentes deben hacer sólo aquello que puede ser hecho para la gloria de Dios. No solamente deberíamos intentar evitar el desapruebo de Dios, pero deberíamos activamente buscar complacerle en todo lo que hacemos (2 Corintios 5:9). Consecuentemente, al pensar en cómo lidiar con Halloween o cualquier otro día festivo, tenemos que buscar oportunidades de servir al Señor y avanzar la verdad de su evangelio.

B. Si participo en esta actividad, ¿violo mi propia conciencia? En estos mismos capítulos, Pablo presenta claramente que si violamos nuestras propias conciencias cometemos pecado (Romanos 14:22-23, 1 Corintios 8:7). Así que si alguna actividad viola la conciencia de una persona, aún si la misma fuese aceptable para algunos creyentes, tal persona debería evitarla.

C. Si participo en esta actividad, ¿estoy tentando a algún hermano en Cristo a pecar? Pablo nos recuerda que los creyentes deben tener cuidado al practicar su libertad en Cristo para no causar que un hermano o hermana tropiece (1 Corintios 8:12-13). En otras palabras, debemos tener en mente que existen otros Cristianos que pueden tener conciencias más sensibles, y por lo tanto debemos evitar ponerles en situaciones que pudieran causar que cometan pecado al violar su conciencia.

Un amigo que trabaja en el departamento hispano de nuestra iglesia recientemente me ayudó a pensar en las implicaciones de estos principios dentro de un ambiente multi-étnico. Por ejemplo, una persona en los Estados Unidos puede ser que vea la celebración de Halloween sólo a través del punto de vista de una cultura secular. Pero para una persona en un país hispano o de descendencia hispana, el 31 de octubre es asociado con el Día de los Muertos y sus prácticas claramente antibíblicas. Como resultado, aunque para un creyente la celebración de Halloween pudiera no causarle tropezar, para otro puede ser una tentación a pecar al violar su conciencia.

En otras palabras, aunque mucha gente en los Estados Unidos pueden llegar a celebrar Halloween con una conciencia limpia (en parte porque en muchos lugares sólo se disfrazan y van de puerta en puerta saludando a sus vecinos), por lo general para una familia hispana este día tiene mucho más que ver con la celebración de los muertos que con festividades infantiles. Tanto el uno como el otro, debemos mantener nuestras conciencias limpias y ser tardos para juzgar al observar nuestros diferentes trasfondos y distinciones culturales (Romanos 14). Simplemente al estar conscientes de este tipo de diferencias culturales, especialmente en iglesias multiculturales, los cristianos pueden demostrar sensibilidad bíblica y amor por otros creyentes con trasfondos étnicos distintos.

Cabe notar que más y más iglesias han optado por remplazar la celebración de Halloween con celebraciones como el Día de la Reforma o festivales de otoño (uno muy popular en los Estados Unidos ha sido el AWANA’s Fairmont Fair). Estas alternativas nos recuerdan que no es necesario pensar en Halloween como el día en que apagamos las luces temprano y nos sentamos silenciosamente en la parte de atrás de la casa, esperando que nadie toque la puerta.

No obstante, al responder la pregunta, “¿es permisible que, como creyentes, participemos en ciertas actividades relacionadas con Halloween?”, reconocemos que al evitar lo que es pecaminoso y ejercer sabiduría bíblica para decidir cómo responder con lo que la Biblia no llama explícitamente pecaminoso (utilizando los pasados tres principios bíblicos), como creyentes podemos lidiar con Halloween y el Día de los Muertos de una manera que sea tanto fiel a la Palabra de Dios y amorosa a nuestras familias y vecinos.

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Nathan Busenitz (Ph.D.) es profesor de teología histórica en The Master’s Seminary. Después de haber servido como asistente personal de John MacArthur, Nathan llegó a formar parte del profesorado de TMS en el 2009. Él y su familia viven en Los Ángeles, California.

Publicado originalmente en inglés aquí, y español aquí

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