martes, abril 25, 2017

Cuando la Ira Muestra su Lado Feo

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Cuando la Ira Muestra su Lado Feo

Por Duski Van Fleet

He estado tratando de controlar mi temperamento desde que mi esposo y yo estuvimos casados. Un día planeado e interrumpido por niños con diferentes agendas; un esposo que necesita mi apoyo en vez de ofrecer primero los suyos,  deseos no realizados; y esfuerzos que no se ven – todo esto me lleva a menudo no a una conversación dependiente con mi Padre, sino a los arrebatos de ira egoístas que exigen que mis deseos se cumplan.

Una Batalla con la Ira

Mientras veo a nuestros hijos luchar contra la misma ira que sus padres luchan, siento miedo. Oigo historias de amigos que como niños se arrastraron a la cama con un hermano o se encerraron en otra habitación cuando sus padres discutieron, y quiero tomar acción, porque esta no puede ser la historia que mis hijos van a contar. Así que, leo blogs y prometo cambiar. Busco consejo de personas sabias que puedan darme un plan, algo que pueda comenzar hoy, algo que funcione. Y lo pongo por obra por un tiempo, hasta que no funcione. Fracaso. Vergüenza. Condenación. Más resoluciones. Estoy de vuelta donde empecé, y el ciclo continúa.

Sucedió otra vez, al final de un día muy largo con nuestros niños pequeños, cuando mi marido me llamó a casa desde el trabajo y me preguntó cómo estaba. Le conté. Y no era bonito. Y cuando llegó a casa le conté de nuevo. Fue escandaloso, fue desconsiderado, y nuestros hijos fueron testigos de todo. Casi volví a creer al maligno, pero justo al borde de la desesperación el Espíritu fue tan bueno y me recordó a Romanos 7-8, empujándome a leerlo en voz alta.

Leo las palabras de Pablo acerca de su lucha contra el pecado, cómo él quiere obedecer los mandamientos de Dios, pero el pecado continúa disparándole y una pequeña chispa de esperanza se encendió en mi corazón cuando mi hijo fue capaz de entender cómo las luchas de Pablo eran tan similares a las nuestras. Mi hija incluso gritó: "¡Jesús!" Cuando leí el final de Romanos 7, donde Pablo en esencia pregunta: "¿Quién me rescatará?" Pude sentarme un poco más alto en vez de inclinar mi cabeza de vergüenza. Realmente El está actuando. El realmente está obrando en mí.

El Evangelio y la Ira

Nuestro consejero y sabios amigos a menudo me han animado con la verdad de que nuestros hijos verán el evangelio vivido mientras nos ven luchando con ira, arrepintiéndonos hacia ellos y uno al otro, y seguir esperando que el Señor nos cambie. Con el tiempo, nos verán ablandados, creciendo más lentamente a la ira y más dispuestos a esperar con esperanza. Verán que cuando una persona que lucha con el pecado crónico repetidamente va por el rescate, y esperanzadamente se sentirá normal, no avergonzados, para que ellos sigan el ejemplo cuando luchen también. Esto requiere una cantidad aterradora de fe para esperar. Quiero que termine; Quiero arreglarlo ... ayer.

Sin embargo, en Romanos 8:3-4 , veo un plan de batalla mucho más liberador. “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” El Mensaje lo parafrasea de esta manera: “Y ahora lo que el código de la ley pidió pero no pudimos cumplir es realizado cuando nosotros, en lugar de redoblar nuestros propios esfuerzos simplemente abrazamos lo que el Espíritu está haciendo en nosotros .”

Uf. Así que la sanidad profunda de todo este desorden viene no sólo de esforzarse más, sino de rendirse a cómo él nos está cambiando.

Entonces, ¿quiero más autocontrol sobre mi ira? ¡Por supuesto! Pero, mi esperanza no puede ser en la resolución de hacerlo mejor la próxima vez, hacer lo que tal y tal blogger dicen para ayudar a dominar su ira, obtener más responsabilidad, o tratar de cambiar mi propio corazón mediante la lectura de la Escritura en las Palabras de gracia una vez más.

Mi esperanza se encuentra en abrazar lo que el Espíritu hace en mí mientras lucho contra el mal y mi carne. Mi esperanza para nuestro matrimonio se encuentra en rendirme a la obra que está haciendo en nuestros corazones mientras luchamos por el bien. Encuentro esperanza para que mis hijos crean que verán más a Jesús mientras ven a sus padres luchar contra la ira y luchar para creer el evangelio delante de ellos, y arrepentirse ante ellos cada vez que fallan, en vez de tratar de encubrirlos y poder verse mejor ellos mismos. Hay belleza en el valor y en la humildad de arrepentirse de nuevo (y de nuevo, y otra vez, y otra vez ...) aunque el mal susurre que es inútil, es hipócrita y vergonzoso. Grita a nuestros corazones y, a los corazones de nuestros hijos que creemos que el evangelio es verdadero, y realmente hay esperanza para gente como nosotros.

El Padre cambia corazones, y lo estoy observando. Es tan dolorosamente lento y a menudo difícil no desesperarse. Pero, estoy luchando por un ciclo diferente... Fracaso. Arrepentimiento. Vea a Jesús y crea que él está haciendo lo que yo no puedo, lo que sólo me estimulará y me dará poder mientras lucho.

Y estoy orando que esta sea ​​la historia que mis hijos contarán.

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