martes, junio 06, 2017

Dos Maneras de Reaccionar Cuando Llega la Muerte

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Dos Maneras de Reaccionar Cuando Llega la Muerte

Por Jordan Standridge

El padre de mi amigo murió hace unos días. Era un papá, marido y abuelo maravilloso. Cuando le di a mi amigo un aventón al aeropuerto, me recordó una vez más de una verdad simple que nunca envejecerá - cuando los cristianos mueren, es una mejora y una bendición por ver. No sólo pasan la eternidad en el Cielo, sino que la familia creyente que dejan atrás puede ser un estímulo para la iglesia.

El padre de mi amigo murió repentinamente mientras dormía, y la causa todavía es desconocida. Muy temprano ese día, él había acudido a hacerse un examen físico que necesitaba para hacer su trabajo –el cual no hizo- y, sin embargo, a los 69 años de edad, murió en su sueño esa misma noche. Por supuesto, mi amigo probablemente estaba aún en estado de shock cuando lo llevé al aeropuerto, pero ya se podía decir que él iba a usar esta prueba para la gloria de Dios. Estaba pensando muy claramente, estaba concentrado en los demás, y ya estaba pensando bíblicamente en la situación. Había muy poco para mí por hacer que escuchar y ser alentado por su increíble actitud y mentalidad eterna.

Esto me recordó acerca de dos acontecimientos sucesivos que formaron mi entendimiento de 1 Tesalonicenses 4:13 donde Pablo dice: “Pero no queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como lo hacen los demás que no tienen esperanza.”

Todavía recuerdo el día en que el final de este versículo finalmente cobró vida. Fue el día que vi a alguien que había muerto por primera vez.

Estaba dirigiendo un evangelismo mensual en un hospital de Los Ángeles donde damos un servicio para los pacientes. Nos íbamos de habitación en habitación en todo el hospital para orar, evangelizar, e invitar a los enfermos a nuestro servicio.

Una vez, estaba haciendo mis rondas y había un hombre que no respondió cuando toqué la puerta. Así que, toqué un poco más fuerte pero él permaneció allí, inmóvil. Cuando terminé de visitar cada habitación me acerqué a los ascensores, y había una señora llorando. Así que le pregunté si podía ayudarla. Me informó que el hombre de la habitación del hospital que no respondía a mi llamada era su padre y que él acababa de morir. Después de preguntarle si ella quería venir a nuestro servicio, ella me pidió que volviera a la habitación más tarde ya que los miembros de la familia venían en camino.

De repente, al decir esas palabras, las puertas del ascensor se abrieron y salieron otras tres damas, que al instante empezaron a llorar tan fuertemente como he visto. Las lágrimas salían de sus ojos y prácticamente cayeron en el suelo en desesperación.

Alrededor de 30 minutos más tarde, volví a la habitación. Había más de 30 personas dentro de una pequeña habitación de hospital. Todos los miembros de la familia y todos llorando histéricamente. Finalmente, la señora que me invitó pidió a todos que se callaran y me pidieron que orara por su padre y abuelo. Obviamente, no oré por él, sino que oré por ellos. Mientras oraba, parecía que esperaban un milagro; un par de hombres empezaron a sacudir al muerto, y uno incluso golpeó su pecho. Recordé a las damas que lloraban inconsolablemente por la muerte de su patriarca familiar. Finalmente entendí lo que realmente significaba estar sin esperanza.

Pasaron rápido un par de meses. Recibí una llamada telefónica informándome que mi abuela tenía leucemia. Mi abuela había sido misionera en Roma durante más de 60 años, había escrito varios libros, hablado en cientos de eventos y conferencias de mujeres y había compartido el Evangelio con innumerables italianos.

Como la mayoría de sus hijos y nietos pasaron un par de días con ella, era obvio que esto iba a ser una noche y un día diferente de lo que había presenciado en esa habitación de hospital en Los Ángeles. Por mucho que amáramos a nuestra abuela y a nuestra madre, y realmente lo hicimos – ella hizo realmente muy fácil amarla – teníamos tanta esperanza. Estaba muy emocionada de ver finalmente a Jesús y quería asegurarse de que llegara al Cielo cansada. Mientras nos sentábamos alrededor de la sala de la última noche, cantamos todos sus himnos favoritos, contábamos historias, y compartimos con ella sobre cómo ella impactó cada una de nuestras vidas. Había muchas lágrimas, pero eran lágrimas de alegría sabiendo que la veríamos muy pronto.

La muerte es un tema tan tabú. No nos gusta hablar de ello y mucho menos pensar en ello. Pero una y otra vez el Señor ha usado la muerte para manifestar Su gloria y dar a los creyentes la oportunidad de modelar lo que parece ser alguien lleno de esperanza en lugar de desesperación. Por lo tanto, los cristianos deben pensar en la muerte y prepararse teológicamente para responder de la manera correcta cuando se trata de su familia y amigos a pesar de lo incómodo que pueda sentirse. ¿Cómo responderá usted?¿Cómo serás una luz para los que te rodean y mostrarás la esperanza que tienes en el Evangelio?

Mi abuela fue un ejemplo increíble. Ella escribió algunas palabras increíbles justo antes de su muerte. Y cientos, si no miles de personas alrededor del mundo fueron alentados por su fe y esperanza. Su esperanza estaba en el cielo y su deseo de ver a Jesús moldeó su pensamiento.

Mi amigo, a poca distancia del otro día, me pastoreó para recordar dónde está nuestra esperanza. Y yo oro esto, que cuando usted y yo experimentemos una tragedia repentina como él, no nos entristezcamos como aquellos que no tienen esperanza, sino que vivamos “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” y esperando un día cuando lo contemplemos y lo exaltemos por toda la eternidad.

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